En su libro Transitions, Serge Hefez retoma las transiciones de género en la adolescencia y, de manera más general, las cuestiones relacionadas con la diferencia sexual que atraviesan nuestras sociedades
1 Carnet Psy: En su última obra dedica una parte importante a las dilaciones de los adolescentes atrapados en cuestiones de género. ¿Para qué vienen a verle estos adolescentes?
2 Serge Hefez: Al principio, muchos vienen porque ver a un psiquiatra forma parte de un proceso. Para tener acceso a un tratamiento hormonal o a un cambio en el registro civil, necesitan el diagnóstico de «disforia de género». A partir de ahí tiene lugar un primer encuentro y ciertos pacientes deciden proseguir un cuestionamiento que va más allá de la consulta obligatoria y que puede dar lugar a una psicoterapia más clásica.
3 Los cuestionamientos sobre el género son múltiples. Aunque algunos tienen una certeza transidentitaria al estilo «soy un chico encerrado en un cuerpo de chica, quiero cruzar la frontera chica/chico y transformarme radicalmente», otros tienen una percepción más fluida de ellos mismos: «No soy ni una cosa ni la otra» o «soy ambas cosas» o «a veces soy una cosa y a veces la otra».
4 Al igual que todos los pacientes, analizan su relación con el cuerpo, con la sexualidad, sus relaciones afectivas y amorosas, su historia familiar, etc.
5 ¿Estamos aquí en el campo de la psicopatología?
6 No. La cuestión del género no forma parte de la psicopatología. Es un planteo compartido por todas las personas. Es universal. Es una cuestión que, sin embargo, ahora nos interpela mucho más que antes. ¿Cómo vivo mi masculinidad, mi feminidad? ¿Quién soy en cuanto hombre o mujer? ¿Qué significan estos términos para mí?, etc. Me parece que es un tema que, de manera más o menos dolorosa, está muy presente. La «disforia de género», es decir, el sufrimiento vinculado a la identidad de género es un síntoma en el sentido psicoanalítico, pero no en el sentido psiquiátrico. Como cualquier síntoma, está cargado de sentido.
7 Ya que habla de síntoma en el sentido psicoanalítico, ¿por qué ciertos adolescentes se ven afectados por un cuestionamiento identitario desde el punto de vista del género y no por otros cuestionamientos?
8 Esta es exactamente la pregunta que hay que plantearse y que podemos ilustrar a través de su historia, es decir, a través de sus identificaciones. La masculinidad y la feminidad nos confrontan a todos ante la cuestión de la identificación. ¿Cuáles son los personajes de nuestra historia que nos habitan inconscientemente y que hacen que adoptemos una u otra personalidad? Cuando uno de mis pacientes, un hombre cisgénero, heterosexual, sin dudas respecto a su género y sexualidad, me dice: «al cocinar me di cuenta de hasta qué punto me convertía en mi madre; estaba habitado por ella y todos mis gestos repetían los suyos como una transmutación interior», no es una mujer, no es trans, pero adquiere consciencia de este personaje materno y femenino que hay en él.
9 Ha escrito usted que, en muchos pacientes, la cuestión del duelo bloqueado o aislado explica la elección de la transidentidad, ¿puede explicar esto?
10 No quisiera hacer de ello un caso general, pero es cierto que me sorprendió en algunos pacientes la importancia de la cuestión del duelo, es decir, la presencia de un personaje incorporado inconscientemente, una especie de introyección del otro como consecuencia de los preceptos parentales y, por lo tanto, de un duelo transmitido por estas figuras parentales. Este duelo suele estar relacionado con una persona del otro sexo. Repito, no haría de ello un rasgo general, simplemente es algo que he detectado en varios pacientes.
11 A un paciente que le dice: «la anatomía no es mi destino, quiero elegir mi género, cambiar mi identidad sexuada y estoy preparado para someterme a una intervención quirúrgica», ¿qué le respondería?
12 En primer lugar, escucho la demanda. La escucho y hablamos de ella. Trato de llegar con él lo más lejos posible acerca de las representaciones que tiene de su cuerpo, de su cuerpo transformado y de la manera en la que habitará ese cuerpo. Conviene recordar que las operaciones quirúrgicas más comunes no son las operaciones genitales, sino la cirugía mamaria. Suelen ser chicas que aborrecen sus pechos a tal punto que emplean binders [nota del editor: prendas de tejidos constrictivos] para borrar este signo de la feminidad, mientras los chicos trans utilizan sostenes con relleno para dar la impresión de tener pechos. Estos elementos y este tipo de cirugía son extremadamente habituales. Estamos en el límite de la cirugía estética.
13 Estadísticamente siempre ha habido más transición de «hombre a mujer», ¿sigue siendo el caso?
14 Hasta hace poco, había más MtoF (de hombre a mujer), pero ahora hay un aumento de los casos de FtoM (de mujer a hombre) y por lo tanto las estadísticas tienen tendencia a invertirse.
15 ¿Cómo interpreta esa evolución?
16 En mi opinión es una mera cuestión de visibilidad. Las representaciones de los transboys han aumentado mucho en estos últimos años en los medios de comunicación, con cantantes, modelos y actores muy populares entre los jóvenes. Las redes sociales han amplificado mucho el fenómeno. Los adolescentes en conflicto con su cuerpo y su identidad femenina se han identificado fuertemente con estos personajes muy valorados, que suelen ser muy activos, dinámicos y militantes. Se habla a veces al respecto de una «epidemia» o de un «contagio», términos que no me gustan mucho porque evocan una enfermedad contagiosa. La mayor parte de las personas jóvenes FtoM que he acompañado antes y después de su transformación se sienten de hecho mejoradas, desarrollan una mayor autoestima y vuelven a investir campos de su existencia.
17 Aunque poco frecuentes, ¿qué piensa de las iniciativas de transición propuestas a menores antes de la edad de la pubertad a través de tratamientos hormonales?
18 Estas iniciativas son extremadamente polémicas en la actualidad y atraen las oposiciones más exacerbadas a un acompañamiento sereno de este fenómeno tan complejo. Cada día leemos artículos de opinión redactados en su mayoría por profesionales que no tienen ninguna experiencia real en la atención de estos jóvenes. En términos reales, no se propone ningún tratamiento quirúrgico a menores. Los tratamientos hormonales propiamente dichos (testosterona, estrógenos, etc.) muy rara vez empiezan antes de la mayoría de edad. En pocas situaciones, un bloqueo temporal de la pubertad puede ser sugerido al inicio de esta etapa en jóvenes que presentan una angustia total a la feminización o la virilización de su cuerpo, hasta el punto de que el riesgo del suicidio o de autolesiones está muy presente. He conocido algunos adolescentes que se vieron indudablemente aliviados por esta posibilidad. Se trata en ese caso de un tratamiento temporal y reversible. Espero firmemente que pueda celebrarse una conferencia de consenso para determinar, sobre la base de una literatura científica seria, una guía de buenas prácticas.
19 Decía antes que la intervención genital se plantea en pocas ocasiones…
20 Sí, la mayor parte de los jóvenes no se plantean la intervención genital. Esta mutilación del cuerpo les parece cada vez menos necesaria para su transición. Su apariencia de mujer o de hombre, el reconocimiento social de su nueva identidad les basta ampliamente. Y luego, sobre todo, más allá de hombre o mujer, surgen otras identidades, las identidades trans. Es posible identificarse con un cuerpo trans y esto es una gran novedad. Ya no es preciso cruzar la frontera de lo masculino/femenino. Leí el libro de Thomas Beatie, el hombre trans que concibió un hijo cuyas fotos dieron la vuelta al mundo. Vimos ese cuerpo completamente mutante, compuesto arriba de cuerpo de hombre y con un vientre de mujer embarazada. Él decía algo que me parece acertado: «No puedo decir que sea un hombre embarazado, me tomarían por un loco o por un monstruo, pero si digo que soy un hombre trans y que, como hombre trans, puedo concebir un hijo, esto sí es posible y puede entenderse».
21 Algunos psicoanalistas le dirían que el rol del psicoanálisis es tal vez el de confrontar o acompañar a determinado paciente a reconocer la cuestión de los límites y de la carencia. ¿Qué piensa de esto?
22 El rol del psicoanalista no es el de confrontar a alguien a la cuestión de la carencia y de los límites. Nuestro rol no es ese y nuestros pacientes ¡de sobra se confrontan a esto ellos mismos! No nos corresponde enseñarles cuáles son los límites de la norma, o de lo posible, o del cuerpo o de la sociedad. Sé que muchos psicoanalistas aceptarían con gusto este rol, pero devienen entonces el eco de una norma social. Yo concibo el psicoanálisis como algo que lleva a cada cual, a partir de la confrontación de sus propios límites, a poder integrarlos y soportarlos.
23 Pongo un ejemplo. Se trata de una paciente que conozco desde hace tiempo y que, nacida chico, siempre se identificó y se vistió como chica. Atravesó la pubertad, luego tomó hormonas y pasó por una intervención quirúrgica de reasignación. Es decir, la búsqueda identitaria estaba presente en él, a diferencia de muchos niños, que abandonan este trayecto trans después de la pubertad, para convertirse en meros homosexuales. Así pues, esta joven se convierte en una joven espléndida. Sus dos amigas de la infancia son dos chicas cisgénero y una de sus dos mejores amigas queda embarazada. Mi paciente se ve entonces atravesada por un dolor y por una confrontación a la cuestión de los límites: no podrá vivir lo que vive su amiga. No podrá quedar embarazada. Pero es ella la que experimenta esto, no soy yo quien le dice «no tienes ovarios»; fue necesario que se confrontara ella misma a ello, cuando su amiga le anunció el embarazo. Por lo tanto, la confrontación con el límite la tiene que hacer el paciente, no el psicoanalista.
24 ¿Por qué nos interpelan tanto los procesos de transición? Nos sorprenden, nos desestabilizan, ha escrito usted. ¿Cómo interpreta las reacciones que suscitan?
25 Como Françoise Héritier ya constató, la observación del mundo que incluye las diferencias anatómicas y fisiológicas conduce a una clasificación binaria. La constante más importante, decía ella, que recorre todo el mundo animal, del cual el ser humano forma parte, es la diferencia sexual. Y añadía: creo que el pensamiento humano se ha organizado a partir de esta constatación. Existe lo idéntico y lo diferente. Todas las cosas son, a continuación, analizadas y clasificadas en función de estas dos categorías. Así piensa la humanidad, no se han observado sociedades que no suscriban esta regla. El pensamiento se organiza en función de estos dos pilares y si estos pilares se muestran menos firmes, esto apela a una deconstrucción. Esta deconstrucción no se limita ni mucho menos a los procesos de transidentidad. Nos afecta a todos. Esta es la reflexión que quise emprender en mi último libro.