Este artículo de reflexión teórica examina el lugar creciente que ocupa lo digital en el funcionamiento conyugal, especialmente en términos de la entrada y la salida de la conyugalidad. Propone un análisis que intenta articular un enfoque sociológico con elementos más bien históricos o clínicos con el objeto de dar cuenta del modo en que la hiperconectividad actual contribuye tanto a la profusión de los encuentros como a su debilitamiento. La paradoja de esta nueva dinámica hipermoderna de la conyugalidad es que la apelación a lo digital, lejos de ser verdaderamente innovadora, tiende más bien a exacerbar las lógicas sociales fundadoras de la conyugalidad tradicional (homogamia, diferenciación sexual, etc.). Pero al fragilizar el vínculo conyugal, socava el principio de perdurabilidad de la pareja e induce una circulación sexual y afectiva que afecta a los individuos de forma diferente según sus características identitarias (edad, sexo, entorno) y personales. Aquí, como en otros lugares, hemos ingresado a una era de incertidumbres que los nuevos medios de comunicación contribuyen a amplificar.
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