La empatía se define como la capacidad de comprender el punto de vista de los demás y experimentar de forma vicaria sus estados emocionales. Siguiendo un modelo biopsicosocial, ésta puede entenderse como un producto de la interacción de variables personales, sociales y biológicas. En cuanto a las variables biológicas, diversos estudios han identificado los correlatos cerebrales de la conducta empática, destacando estructuras como las neuronas espejo o regiones como el córtex occipital y somatosensorial, el sistema límbico y la ínsula, entre otras. A este respecto, parece que las estructuras y conexiones cerebrales que subyacen a la conducta empática son similares a las que regulan la conducta violenta. Este hecho podría explicar porque las personas más empáticas son las menos violentas y las más cooperativas, ya que la activación de las zonas que regulan la empatía podría inhibir las que motivan la violencia. En el presente capítulo se pone de manifiesto este hecho, identificando los correlatos cerebrales de la empatía, además de su relación con conductas desadaptativas, como la violenta y el maltrato infantil, y con conductas adaptativas, como el perdón o la cooperación, definiendo el concepto de ciclo de la empatía como alternativa al ciclo de la violencia. Todo ello resulta de especial interés teniendo en cuenta que la educación en empatía puede ser una estrategia fundamental para la prevención de la violencia y el fomento del altruismo y la conducta cooperativa en la sociedad actual.
- empatía
- cooperación
- violencia
- maltrato infantil
- perdón