El concepto de trauma del parto solo empieza a usarse de manera generalizada después de 1980, (APA 1980) aun a pesar de la gran cantidad de traumas del parto, y de que el riesgo vital para la mujer en los siglos precedentes era extremadamente alto.
“Parir con dolor” permanece extensamente en nuestra cultura como el destino de la mujer. De hecho, a pesar del amplio uso de analgésicos, nacen hijos de parejas en familias siempre cada vez menos numerosas, y como consecuencia, aún en la actualidad, se extiende más el miedo de tener un hijo patológico o de no llevar a término felizmente el embarazo, causando que el parto sea un momento de ansiedad.
Las etapas del parto, su duración y sus modalidades, son de las más variadas: aspectos físicos y/o psíquicos, incluso absolutamente fisiológicos, pueden ser experimentados como gravemente amenazantes en sí y/o para el niño de parte de la madre (Ballard 1995, Beck2004) dando lugar a un TEPT. (Cigoli y coll. 2006).
La preparación al nacimiento sigue siendo realizada por un porcentaje relativamente bajo de mujeres y de parejas (más o menos el 25%), y aun así con cierta frecuencia, la mujer no siente que el ambiente hospitalario donde se producen la mayor parte de las situaciones del parto, le resulte familiar, acogedor y protector.
La medicalización del parto sin duda ha producido una notable disminución en accidentes de nacimiento con la desaparición casi completa, por ejemplo, de las parálisis cerebrales infantiles y de otras patologías, debido a la anoxia que afecta al niño por extenderse demasiado el parto…