Desde los albores de la humanidad y hasta el presente siglo la lactancia materna (LM) ha constituido la forma de alimentación exclusiva de nuestros pequeños hasta bien entrado el segundo año de vida, asegurando la supervivencia de nuestra especie.
Desde hace unos 140 años, el conocimiento de sus componentes y muchos avances técnicos han permitido modificar la composición de la leche de otros mamíferos, haciéndola semejante a la leche humana, permitiendo alimentar a bebés humanos con estos sucedáneos sin que, en principio, se advirtiesen consecuencias negativas.
En los últimos 100 años, la presión de empresas multinacionales de alimentación infantil, junto a un malentendido “espíritu de modernidad”, una falta de información válida, cierta negligencia de la clase sanitaria y el desinterés de las autoridades sanitarias, han permitido que se haya llevado a cabo el mayor experimento sin comprobaciones previas en toda una especie animal, la humana, cambiándosele el tipo de alimentación sin saber qué consecuencias podría acarrear.
El fenómeno biocultural de la lactancia materna precisa y merece una promoción integral, política, de los poderes públicos, gobiernos y administradores de la Salud. A ello responden las iniciativas de la OMS acatadas e interpretadas y aplicadas con mayor o menor empeño por los Ministerios de Sanidad de los diversos países y comunidades autónomas.
Dos de las más importantes medidas tomadas por la OMS en este sentido son el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna y la Iniciativa Hospital Amigo de los Niños (IHAN) llamada en España Iniciativa para la Humanización de la Asistencia Neonatal y la lactancia.
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- cultura de lactancia
- OMS
- protección de la lactancia
- Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna
- Iniciativa Hospital Amigo de los Niños (IHAN)