Cuando ya se acercaba el día que debía nacer aquel Hércules destinado a tantos trabajos… el peso estiraba de mi vientre y era tanto que se podía reconocer la obra de Júpiter en el peso escondido… Torturada durante siete noches y otros tantos días, rendida por los males y extendiendo los brazos al cielo, invocaba con grandes gritos a Lucina y las Nixas gemelas… Y cuando escuchó mis gemidos se sentó sobre aquel altar ante la puerta con la pierna derecha presionando la rodilla izquierda, y entrelazando los dedos como un peine detuvo el nacimiento; también recitó versos mágicos y estos versos detuvieron el inicio del nacimiento… deseo morir y me quejo con palabras que deberían conmover a las piedras (Ovidio, Las metamorfosis, Libro IX, vv. 285-304).
Con este relato, Ovidio nos muestra algunos de los rasgos que han acompañado el momento del alumbramiento hasta el desarrollo de la biomedicina del siglo XIX, y muy especialmente en el siglo XX. Lucina, diosa de los partos, ejerce una maligna influencia sobre Alcmena, que no podrá parir hasta que no se retire el maleficio. El episodio mitológico no hace sino reproducir que el miedo al dolor ha acompañado a la mujer en este trance complicado durante siglos, con la incertidumbre siempre presente ante el riesgo extremo para su vida o su futura salud, y la de su hijo o hija. Además, los miedos ancestrales a cualquier tipo de influencia maléfica generaron toda una serie de rituales y prácticas entre el paganismo y la religión cristiana, que se han mantenido casi inalterables durante centurias…