1 Unos hablan de «ola», otros se atreven con el término «epidemia». Pero la constatación es la misma: los adolescentes acuden cada vez más a consulta por motivos relacionados con su identidad de género. Aun cuando las demandas varían con cada situación, estos adolescentes sufren en su mayoría de sentirse encerrados en una carcasa demasiado estrecha. Se sienten asignados a un sexo biológico (hombre o mujer) que no se corresponde plenamente con su identidad social, con su género. Se lamentan de una brecha a veces insoportable entre uno y otro, y tratan de escapar a una alternativa demasiado binaria, a una historia escrita de antemano.
2 La adolescencia es un momento muy propicio a este cuestionamiento de género. Acto inaugural del proceso adolescente, la pubertad transforma el cuerpo y la psique con gran intensidad. Julio Cortázar decía también que era «la edad de los granos y la poesía». Dejando a un lado las riberas de la infancia, el cuerpo de la pubertad está listo para el acto sexual completo, una potencialidad que altera la mirada que el adolescente tiene sobre el mundo y sobre sus deseos. La atracción por el otro sexo o se afirma o se anula, y se hace urgente definirse como «un hombre» o como «una mujer». Ahora bien, es justamente esta evidencia, la de «ser un hombre» o «ser una mujer», la que discuten y a veces impugnan estos jóvenes pacientes.
3 Una vez planteados estos matices, queda por abordar en este dossier una serie de cuestiones: ¿por qué la afirmación de la identidad de género en la adolescencia es a veces problemática? ¿Cómo describir el malestar que los pacientes experimentan? ¿Cuál es la naturaleza de la demanda que plantean? ¿Cómo entender la aparición repentina de cohortes de adolescentes que presentan planteamientos comunes? Se han escrito muchos ensayos para tratar de entender un fenómeno que afecta a la sociedad en su conjunto. Dar una respuesta unívoca a estas cuestiones es imposible. Dado que el cuestionamiento de género remite a la diferencia sexual, despierta la sensibilidad de los observadores, los medios de comunicación y los dirigentes políticos y suscita discursos emocionales y comprometidos.
¿Por qué nos duele el «género»?

4 A preguntas directas, respuestas directas. ¿Por qué acuden a consulta los pacientes? ¿Estamos en el campo de la «enfermedad mental»? ¿Se plantean todos la posibilidad de la intervención quirúrgica? En esta entrevista concedida a Le Carnet Psy, Serge Hefez aborda con un tono claro y directo una amplia serie de problemáticas relacionadas con la transición de género.
5 Subraya en primer lugar que los cuestionamientos de género son múltiples. Todos los pacientes se plantean preguntas sobre el cuerpo, la sexualidad, el amor, la familia. No hay, por lo tanto, nada anormal en que un adolescente se cuestione su identidad sexual. No hay por qué alarmarse si un paciente plantea el deseo de hacer la transición de un género a otro.
6 Incluso cuando es insistente, este cuestionamiento no es, según el autor, un síntoma psiquiátrico. Fiel a un enfoque psicoanalítico, Serge Hefez recuerda que cada síntoma está cargado de un sentido que la psicoterapia debe explorar. Para él, la construcción del género depende ante todo de las identificaciones de un individuo, es decir, del conjunto de los procesos inconscientes que nos llevan a adoptar una personalidad y comportamientos en referencia a personajes de nuestra historia personal. Estas identificaciones pueden suscitar conflictos o fijaciones, estar excesivamente investidas en relación con uno de los padres y no suficientemente con el otro, sendos desequilibrios que hacen frágil a veces la identidad de género de un paciente y que explican que acuda a terapia.
7 Sin hacer de ello un caso general, el autor reconoce verse sorprendido por la importancia de la cuestión del duelo en algunos de los pacientes que recibe. Cuando un padre o una madre fallece, por lo general del sexo opuesto, se ve incorporado inconscientemente. Su presencia en la vida psíquica del niño o de la niña que le sobrevive es a veces invasiva, llegando hasta a formular mandatos o ejercer una presión interna que hace más compleja la elección identificatoria.
8 Estas pocas líneas no agotan esta entrevista densa, de interés para los terapeutas que atienden a adolescentes que presentan este tipo de problemáticas.
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Algunas referencias históricas sobre la transidentidad

10 Los conceptos tienen su historia. En este artículo, Antoine Périer observa que las investigaciones sobre el género y la identidad psíquica han calado en los Estados Unidos.
11 El autor recuerda que el psicólogo John Money elaboró en los años cincuenta el concepto «rol de género» según el cual un comportamiento está siempre vinculado a normas de género impuestas por la sociedad. Según Money, el género es un concepto multidimensional que hace referencia a cómo las representaciones sociales y culturales, elaboradas en función del sexo biológico, asignan a cada cual un rol social. Estos roles reflejan relaciones de poder asimétricas, que privilegian a los hombres en detrimento de las mujeres, tanto desde el punto de vista económico como social, cultural o político. Esto explica que los roles de género tengan un aspecto caricaturesco: la cocina para las mujeres, el bricolaje para los hombres, etc.
12 El término transgénero no aparece hasta los años noventa. Este significante «abarca un conjunto variado de identidades de género y hasta el rechazo de la sexuación: travestis, transexuales, drag-queens, binarios y no binarios, etc.». Retoma también diferentes posiciones en una sexuación concebida como un continuo, que se distingue de una concepción binaria que opone lo masculino a lo femenino y se convierte así en sinónimo de diversidad tanto desde el punto de vista militante como subjetivo. Desde la aparición de la palabra «transgénero», las opciones de género no han dejado de ampliarse más allá de la distinción masculino-femenino. Actualmente existe una lista de cincuenta y dos opciones de identidad de género propuestas en el momento de crear una cuenta Facebook.
13 Antoine Périer muestra que, desde el punto de vista psiquiátrico, el paradigma transexual ha dado paso al de la transidentidad. Cronológicamente, Los «trastornos de la identidad de género» son dejados de lado a favor del término «incongruencia de género» y más tarde «disforia de género» en el DSM V. La evolución de la terminología manifiesta una voluntad de tener en cuenta la subjetividad y el sufrimiento de las personas, frente a una patologización psiquiátrica hasta entonces recogida indirectamente en el término «trastorno». El sujeto es considerado hoy en día como portador de un saber propio sobre su identidad de género. Reivindica la libertad de autodeterminación sin dejar que los discursos científicos lo hagan en su lugar.
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La transexualidad en el museo de antigüedades

15 En este artículo, Colette Chiland trata de entender lo que es la «transexualidad», término considerado hoy en día por algunos como excesivamente médico y «patologizante». Se da preferencia a veces a «transidentidad». Según Chiland, la transexualidad sería un «trastorno mental grave» que remitiría a una enfermedad del narcisismo. En su opinión, las personas se someten a un cambio de sexo mediante cirugía cuando ya no pueden soportar la frustración de haber nacido en un sexo que no les corresponde. Según su parecer, aunque tienen claro que no podrán nunca pertenecer plenamente al grupo del sexo deseado, incluso después de la transformación quirúrgica, seguirían obnubiladas por su deseo de transición, lo que les conduciría al delirio.
16 A pesar de los aportes importantes para su época y una auténtica voluntad de tratar a estos pacientes, la autora propone un análisis del sujeto que resultará caduco para algunos lectores. La posición de la autora remite en efecto a una perspectiva binaria donde lo masculino y lo femenino son planteados como categorías biológicas intangibles. Quienes piensan que la binaridad debe ser superada no podrán evitar reaccionar.
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Comprender y tener en cuenta la violencia de la construcción identitaria

18 ¿Responden nuestras instituciones de manera adecuada al sufrimiento de los pacientes atrapados en cuestionamientos identitarios? Se podría hacer mejor, según Fanny Poirier y Ouriel Rosenblum.
19 Los autores observan ciertamente una voluntad real de crear protocolos de acompañamiento adaptados para las mujeres trans, hombres trans y personas no binarias. Pero desde su punto de vista, sería pertinente considerar el género no como un carácter inmutable, sino fluido, lo que equivaldría a decir que todos somos susceptibles de querer cambiarlo a lo largo de la vida.
20 Para Fanny Poirier y Ouriel Rosenblum, la identidad fluctúa constantemente entre lo binario y lo no binario, en función de las identificaciones de un individuo que, a su vez, no cesan nunca de evolucionar. Ambos recuerdan la importancia de considerar cada problemática en su unicidad y de abandonar nuestros prejuicios. Uno de ellos consiste, como afirma este dossier en la introducción, en afirmar que el cuestionamiento de género es la consecuencia de la pubertad. Según los autores, la transidentidad es un fenómeno más complejo que se explica por muchas otras razones más allá del desarrollo del cuerpo durante la pubertad.
21 Este enfoque clínico tiende por lo tanto a acoger a cada adolescente en su singularidad y se propone acompañarle con un dispositivo dinámico, que deja lugar y tiempo para el diálogo y para todos los cambios, también los de ciento ochenta grados.
Ouriel Rosenblum es psiquiatra, profesor de psicopatología de la Universidad de París. Sus investigaciones tienen que ver especialmente con las nuevas parentalidades y la psicopatología del niño y del adolescente.
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Traductor: Yago Mellado Lopez, Editores: Jaime Velásquez y María Florencia Fernández, Editor sénior: Mark Mellor