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1La idea de renta básica[1] vuelve a la escena pública en cada momento de crisis o de gran dificultad social, con el fin de luchar de manera más eficaz contra la pobreza y las consecuencias del desempleo masivo. Pero su resurgimiento actual se alimenta también de otras fuentes: un sistema socio-fiscal complejo y exánime, una revolución digital que hace temer la desaparición de numerosos empleos, el conjunto de los asalariados puesto en entredicho, debido a la multiplicación de los empleos precarios y de un «modelo UberPop», que desdibuja las fronteras entre trabajo y no trabajo, entre trabajo asalariado y trabajo independiente. ¿Solo una medida para hacer frente a tantos males? ¿No serán otra vez los charlatanes de siempre, que ofrecen remedios milagrosos cúralo-todo? Para averiguarlo, es importante examinar de cerca la composición del producto propuesto. Este es el objetivo del presente artículo.

¿Qué es la renta básica?

2Más allá de la variedad de las propuestas [2], el término renta básica designa un ingreso incondicional, pagado mensualmente a cada persona, con un importe idéntico[3]. Estos tres términos son importantes.

  • Incondicional: este ingreso se paga independientemente de la situación de cada persona, ya sea rico o pobre, activo, pensionado o inactivo, casado o soltero, y sin importar su edad. Sin embargo, la mayoría de las propuestas lo limitan a los residentes con un periodo mínimo de presencia en el territorio nacional.
  • Idéntico: la renta básica es igualitaria por principio, excepto por la edad, en algunas versiones que proponen para los menores de 18 años un ingreso inferior al pagado a los adultos. El pago se haría a los padres, que podrían emplearlo a su voluntad, o a una cuenta bloqueada a nombre del menor, a la que solo podría acceder al cumplir la mayoría de edad.
  • A cada persona: la renta básica es totalmente individualizada (excepto en el caso particular de los niños, que ya hemos señalado), a diferencia de lo que sucede actualmente en Francia con ciertas prestaciones sociales en efectivo (en particular, las ayudas sociales). Por lo tanto, la individualización de la renta básica obvia la realidad de las «economías de escala» resultantes de la vida colectiva: los hogares compuestos por varias personas salen beneficiados (siempre y cuando sus ingresos se compartan efectivamente).

3A la fecha, solo el estado de Alaska paga una renta básica (2072 dólares para el año 2015; es decir, el equivalente mensual de 150 euros) a las personas que residen en el territorio desde hace al menos cinco años.

El aspecto económico: ¿cuánto y qué tipo de financiación?

4Incluso una renta básica muy reducida tendría un costo significativo. Se estudiarán aquí tres casos: una renta básica mínima (100 euros por mes y por persona), una renta básica equivalente a la renta de solidaridad activa (RSA, 460 euros por mes y por persona) y una renta básica equivalente a la pensión mínima de vejez (800 euros por mes y por persona). En cada caso se examinará la parte inferior de la escala, para identificar ahí los posibles ganadores y perdedores, con el fin de emitir un juicio basado en la capacidad redistributiva de la renta básica: según John Rawls (Teoría de la justicia), en una democracia, el objetivo prioritario del sistema social debe ser mejorar la situación de los más desprotegidos [4].

A – Una renta básica mínima

5El costo para las finanzas públicas de una renta básica de 100 euros mensuales por persona sería de 80 000 millones de euros (65 millones de personas x 12 meses x 100 euros). Si se paga la mitad de la renta básica a los menores de 18 años, se reduce un poco la cuenta (en 9000 millones de euros), pero sigue siendo costoso. Una suma colosal a nivel macro (3,5 % del PIB, más que el impuesto sobre la renta), pero ridícula a nivel micro, pues apenas supera la quinta parte de la RSA para una persona sola sin ingresos (y la octava parte de la Asignación Solidaria para Ancianos [ASPA], antes pensión mínima de vejez).

6Por lo tanto, un nivel bajo de renta básica no puede estar acompañado de la supresión de la ayuda social (mínimos sociales, subsidios de vivienda, subsidio escolar, becas de estudio, etc., accesibles en función los recursos). Esto implica que sea financiada con retenciones fiscales obligatorias suplementarias (impuestos o cotizaciones a la seguridad social) o con reducciones al importe de las ayudas sociales actuales u otras prestaciones sociales (seguro de salud, pensiones, prestaciones familiares). No obstante, aun así, el cierre financiero sería difícil: una décima parte de la población francesa vive en un hogar que recibe una pensión mínima social, mientras que la renta básica concierne a toda la población. Así, reducir estas pensiones sociales en 10 euros mensuales por adulto o equivalente permitiría ahorrar solo el 6 % de la suma necesaria para financiar esta renta básica tan baja.

B – Una renta básica equivalente a la RSA

7Una renta básica de 460 euros mensuales por persona implicaría destinar 370 000 millones de euros (330 000 si se mantiene la opción de la mitad de la renta básica para niños y jóvenes menores de edad). Por lo tanto, excepto para los beneficiarios del subsidio para los adultos discapacitados (AAH, por su sigla en francés) o de la ASPA, que son de unos 800 euros mensuales, las ayudas sociales podrían suprimirse; para que estos últimos no salgan perjudicados, habría que pagarles tan solo un complemento específico, del orden de 350 euros mensuales por adulto o equivalente, lo que elevaría la cuenta a unos 340 000 millones de euros, mientras que el costo de las pensiones mínimas sociales era de 25 000 millones en 2014. En tales condiciones, el cierre de la medida podría requerir reducciones significativas de protección social. El proyecto Liber [5], con un monto cercano al estimado aquí (470 euros en 2016), es el único que, a la fecha, ha sido objeto de un cálculo tan detallado. Es a la vez interesante y discutible. Interesante, porque preserva lo esencial de la protección social y probablemente mejoraría la situación de las familias en la parte inferior de la escala. Pero, financiado por una retención estrictamente proporcional a los ingresos y previendo una supresión del impuesto sobre la renta, necesita los otros impuestos (impuesto de solidaridad a la fortuna, impuesto sobre la vivienda, impuesto sobre bienes raíces…) para restaurar una progresividad que corre el riesgo de ser bastante débil. Además, el elevado costo podría incitar a los poderes públicos a reducir las políticas sociales en especie (alojamiento, protección de la infancia, apoyo al empleo, derecho de asilo, etc.), en caso de dificultad de financiación de la renta básica [6].

C – Una renta básica ambiciosa

8Si esta renta fuera de 800 euros, el equivalente de la pensión mínima de vejez o del AAH, la renta básica costaría entre 600 000 y 650 000 millones de euros, dependiendo de si lo destinado a los menores de 18 años se reduce o no a la mitad. Sería el equivalente a toda la protección social francesa (incluidas las pensiones). El proyecto de la Fundación Jean Jaurès [7] prevé 750 euros por persona, con una reducción del 50 % al 70 % para los menores de 18 años y un aumento del 50 % a partir de los 65 años. A cambio, desaparecería la protección social actual, incluidas las pensiones (excepto las pensiones complementarias) y el seguro de salud (excepto la cobertura de las enfermedades crónicas). A la izquierda, los partidarios de una renta básica elevada parecen olvidar esta consecuencia o la exorcizan con la solución soberana de «gravemos a los ricos». Estos no serían suficientes, aunque se les despojara del 90 % de sus ingresos. En cambio, el desmantelamiento de la protección social está en la mira del bando ultraliberal: Milton Friedman [8] y Friedrich Hayek [9], o, en Francia, Jean-Marc Daniel [10], proponen así pasar de una protección social colectiva y obligatoria a un sistema de seguros personal y facultativo contra la enfermedad, el desempleo y la vejez. Tres riesgos a los que cada uno consagra en promedio 550 euros mensuales, por medio de retenciones fiscales. Esto reduciría otro tanto la renta básica disponible (a menos que se opte por no asegurarse). Además, se acabaría la mutualización actual de la seguridad social, en la que pagan tanto sanos como enfermos, tanto los asalariados poco preocupados por el desempleo como los precarios. Las recriminaciones actuales contra las «cargas sociales» bastante pesadas ocultan el hecho de que, si los «sanos» tuvieran la posibilidad de no cotizar, los «enfermos» deberían cotizar mucho más para recibir una atención como la que reciben actualmente. Tras la apariencia de una sociedad generosa, que proporciona a todos, de manera incondicional, una renta básica adecuada, incluso elevada, se esconde un mundo en el que cada cual debe valerse por sí mismo. Algunos descubrirían entonces, pero un poco tarde, que la protección social colectiva y el empleo pueden tener ventajas. Lo colectivo protege mejor que el cada cual se las arregle por sí mismo, porque los golpes del azar son amortiguados por la mutualización, en lugar de golpear a uno solo.

Los elementos cualitativos de la renta básica: ¿avance o retroceso?

9Dejemos ahora a un lado el campo tan cuantitativo del «cuánto» para examinar otros aspectos, al menos igual de importantes: el impacto en el mercado laboral, en el sentido amplio del término, y lo que podemos denominar como la participación en la sociedad.

¿Quiénes serán los beneficiados?

10Los partidarios de una renta básica de un nivel elevado (más de 500 euros) insisten en el hecho de que eliminaría la necesidad de ocupar un empleo sin importar a qué precio. En esas condiciones, las personas que ocupan empleos precarios, mal pagados, repetitivos, insalubres, sucios, etc, renunciarían a ellos en gran parte, lo que obligaría a los empleadores a remunerarlos mejor o a mejorar las condiciones de trabajo.

11Siempre y cuando, no obstante, los empleadores oportunistas no disminuyan los salarios ni obtengan la supresión del salario mínimo para recuperar así, con una mano, lo que la colectividad concedería con la otra (como lo teme el texto de la Fundación Jean Jaurès). O que no se multipliquen los empleos «uberizados» para completar la renta básica. Pero, del lado liberal, se señala, por el contrario, que la desaparición de estas imposiciones sociales incitaría a los empleadores a crear más empleos…

12Así pues, se oponen dos visiones extremas: por un lado, los trabajadores «desproletarizados», pues quedan liberados de la imposición de facto de tener que trabajar; por otro lado, las empresas «ágiles», pues quedan liberadas de todas las imposiciones actuales del derecho social o de parte de ellas. ¿Quién ganará? ¿El «efecto ingresos», que refuerza la posición de los trabajadores, más libres de elegir, o el «efecto precio», que refuerza la posición de los empleadores debido a la desaparición de ciertas medidas de seguridad salarial? No todos pueden ser ganadores a la vez, pero la vaguedad de las políticas de acompañamiento de una renta básica y del importe de esta impide saber quién ganará.

¿Reducción o acentuación de las desigualdades?

13Algunos partidarios de la renta básica anticipan un futuro en el que el trabajo será cada vez más escaso y las exigencias de productividad cada vez más altas. Por lo tanto, distribuir estas ganancias de productividad bajo la forma de una renta básica igualitaria, en lugar de hacerlo bajo la forma de una remuneración laboral en beneficio de los más productivos o de los más inventivos, garantizaría una menor desigualdad. Y, así, se consolidaría cada vez más el carácter colectivo de la actividad productiva [11]. Por el contrario, la posibilidad de una reducción, o incluso una supresión, de las medidas de seguridad salarial puede dar lugar a una apertura del abanico de los ingresos por actividad, en detrimento de los menos cualificados, obligados a completar su renta básica para vivir de manera decente.

14Es imposible determinar en qué sentido puede evolucionar la sociedad con una renta básica media o alta. Sin embargo, en la realidad cotidiana, siempre es difícil compartir con los otros cuando se estima que el aumento de las ganancias se debe únicamente a los esfuerzos de quienes producen o innovan. Dicho de otro modo, cuando hay ganancias para repartir, los insiders consideran que deberían distribuirse en su beneficio, en lugar de hacerlo en beneficio de los outsiders, que no han aportado nada.

La participación en la sociedad

15«Hacer sociedad» implica que cada cual participa y contribuye en la vida social de una manera u otra, ya sea mediante el empleo o el trabajo voluntario. Los partidarios de la renta básica nos presagian una sociedad liberada del trabajo obligatorio. Solo subsistiría el trabajo que se hace por pasión, gusto o deseo, ya que, aunque no representa gran cosa en cuanto al dinero, da a quienes lo hacen un sentimiento de autorrealización. Ese carácter gratificante del trabajo existe: muchas personas se muestran a favor de un «trabajo apasionado» [12], aunque vaya acompañado de unos ingresos profesionales más bajos. Pero sigue siendo algo minoritario en nuestra sociedad. Quienes están alejados del empleo o tienen un trabajo esclavizante y puramente utilitario es muy probable que queden «fuera de juego». Los partidarios de la renta básica ven ahí una ventaja: la de poder rechazar los empleos de mala calidad. Pero este rechazo supone, en primer lugar, que se pueda sustituir la socialización a través del empleo con otro tipo de socialización, algo que está lejos de ser general o posible. El trabajo sigue siendo un elemento clave del vínculo social, como se constata con los desempleados, quienes a menudo viven en aislamiento y soledad. El caso de las mujeres es, al respecto, esclarecedor: al conquistar el derecho al empleo, el lugar de las mujeres cambió, se hicieron más independientes, más reconocidas, aunque la paridad no se haya logrado plenamente en la práctica.

16El empleo es mucho más que una manera de ganarse la vida: es una participación en la obra colectiva, un lugar reconocido en el sistema social, una independencia más segura para elegir su vida. La exclusión es, en primer lugar y sobre todo, la exclusión de la participación en la vida económica y en la utilidad social. Considerar serenamente que ya no sea así, gracias a la renta básica, no es solo hacer una apuesta por la capacidad de una sociedad para garantizar a todos un nivel de vida decente, es también asumir el riesgo -considerable- de que se desarrollen nuevas formas de exclusión y anomia, no tanto en lo financiero como en lo social.

¿Es posible otra manera?

17Nuestra protección social está exánime: costosa, compleja y poco eficaz en cuanto a la reducción de la pobreza. La renta básica se presenta como una alternativa atractiva: todos ven en ella un aumento de sus ingresos. Pocos entienden que este excedente de ingresos tendrá un precio y que, según las modalidades de financiación y las transformaciones del mercado laboral que resulten de esto, habrá ganadores, pero también perdedores que hoy no podemos precisar. La renta básica es, por lo tanto, una inmersión en lo desconocido [13].

18Entre una protección social exánime y la inmersión en lo desconocido, ¿hay una tercera vía? Sí, consiste en concienciarse (en el caso francés) de que unos servicios públicos de calidad pueden mejorar sensiblemente la situación social. Esta se caracteriza tanto por el desempleo masivo como por la reproducción de las desigualdades sociales de una generación a otra: en estos dos ámbitos, Francia obtiene resultados muy mediocres. Ahora bien, esto no es una fatalidad. La mayor parte del desempleo en Francia es de tipo estructural [14]. Los solicitantes de empleo están, en general, poco cualificados, mientras que los empleos que se crean son principalmente cualificados. Así, para los jóvenes menores de 25 años, la tasa de desempleo es del 50 % para quienes no tienen un título (el 17 % de un grupo de edad -120 000 jóvenes- abandonan cada año el sistema educativo en este caso) y del orden del 10 % para quienes tienen uno. En una economía de mercado, es muy raro -excepto en periodos de crisis- que los empleadores no contraten a los trabajadores con una cualificación de la que esperan poder producir o vender más. El número de empleos no es una cantidad fija. Depende principalmente del costo laboral, de su duración y de la cualificación de las personas que buscan empleo. La mayoría de los desempleados no disponen de un saber hacer o de una formación que los haga atractivos. En el caso de los jóvenes, falta la formación inicial; en el caso de los desempleados de más edad, la formación continua. Los países nórdicos (incluido Países Bajos) tienen un bajo nivel de desempleo y sistemas eficaces de formación continua.

19Se trata de atacar el mal de raíz, desde el cuidado de los niños en edad preescolar, de seis meses a tres años, que es un servicio público esencial, pues se sabe bien que hay mucho en juego en esos primeros años de vida. Jardines de infancia, guarderías y preescolares, con un personal cualificado y accesibles para todos son la clave del éxito educativo de países como Suecia o Dinamarca, logrando así romper los determinismos sociales de una generación a otra. La transmisión casi hereditaria de la pobreza para unos, y del éxito para otros, se ha convertido hoy, en cambio, en el principal problema de Francia.

20Invertir en las personas en la primera etapa de la vida, y luego, a lo largo de toda su vida, ese es el mejor servicio que se le puede brindar a una población. Y no hay ni punto de comparación: es una verdadera inversión; mientras que la renta básica, movilizando enormes cantidades de dinero, corre un gran riesgo de tener un costo de oportunidad igualmente enorme, pues congela esas sumas en detrimento de inversiones humanas más eficaces.

Notes

  • [1]
    También se habla de subsidio universal garantizado, dividendo social, renta de ciudadanía…
  • [2]
    Véase, en especial, Yoland Bresson, L’après salariat. Une nouvelle approche de l’économie (París: Economica, 1993); Jean-Marc Ferry, L’allocation universelle. Pour un revenu de citoyenneté (París: Éditions du Cerf, 1995); Yannick Vanderborght y Philippe Van Parijs, L’allocation universelle (París: La Découverte, 2005); Baptiste Mylondo, Pour un revenu sans condition. Garantir l’accès aux biens et services essentiels (París: Utopia, 2012); Vincent Liegey, Stéphane Madelaine, Christophe Ondet y Anne-Isabelle Veillot, Un projet de décroissance. Manifeste pour une Dotation Inconditionnelle d’Autonomie (DIA) (París: Utopia, 2013); Marc de Basquiat y Gaspard Koenig, Liber, un revenu de liberté pour tous (París: Éditions de l’Onde, 2015); Thomas Chevandier y Jérôme Héricourt, «Le revenu de base, de l’utopie à la réalité» (Fondation Jean Jaurès, 2016). Solo los dos últimos contienen cifras detalladas.
  • [3]
    Guillaume Allègre analiza estos diferentes principios y concluye que ninguno es «compatible con los grandes principios de la justicia contributiva»; véase Guillaume Allègre, «Comment peut-on défendre un revenu de base ?», Notes de l’OFCE, n.° 39 (2013).
  • [4]
    Algo que también se encuentra en el pensamiento cristiano, con «la opción preferencial por los pobres». Véase «Option préférentielle pour les pauvres», Doctrine sociale de l’Église catholique, acceso el 31 de agosto de 2020, https://www.doctrine-sociale-catholique.fr/les-principes/53-option-preferentielle-pour-les-pauvres.
  • [5]
    Véase el proyecto Liber propuesto por Génération libre en https://www.revenudebase.info/wp-content/uploads/2014/05/Generation-Libre-impot-negatif.pdf. Véase también el artículo de Marc de Basquiat, «Le Liber, en réponse à une lecture de Denis Clerc», L’Économie politique 71, nº 3 (2016): 85-95.
  • [6]
    Véase conversación con Marc de Basquiat en Denis Clerc y Marc de Basquiat, «Une protection sociale plus lisible», L’Économie politique 71, nº3 (2016):95a-100. doi:10.3917/leco.071.0096.
  • [7]
    Véase Thomas Chevandier y Jérôme Héricourt «Le revenu de base, de l’utopie à la réalité» (Fondation Jean Jaurès, 2016).
  • [8]
    Friedman fue el promotor del impuesto negativo en su libro Capitalismo y libertad: ensayos de política monetaria (Madrid: Síntesis, 20121962, traducción de editorial Síntesis, 2012): por encima de cierto umbral, el Estado toma tu dinero; por debajo de él, te da dinero. Lo que permitiría «fijar un pisoumbral […] por debajo del cual no podrían caer los ingresos netos». Este principio metodológico sirve de apoyo al proyecto Liber. También podemos citar a Hayek, quien, en Camino de servidumbre (1944), pedía «que se garantizarace un mínimo vital a cada persona». Ambos, por otro lado, son muy hostiles hacia cualquier protección social obligatoria.
  • [9]
    Friedman fue el promotor del impuesto negativo en su libro Capitalismo y libertad: ensayos de política monetaria (Madrid: Síntesis, 2012): por encima de cierto umbral, el Estado toma tu dinero; por debajo de él, te da dinero. Lo que permitiría «fijar un umbral […] por debajo del cual no podrían caer los ingresos netos». Este principio metodológico sirve de apoyo al proyecto Liber. También podemos citar a Hayek, quien, en Camino de servidumbre (1944), pedía «que se garantice un mínimo vital a cada persona». Ambos, por otro lado, son muy hostiles hacia cualquier protección social obligatoria.
  • [10]
  • [11]
    Idea adelantada por Carlo Vercellone, véase «Quelle place pour le travail ?», debate entre Carlo Vercellone y Jean-Marie Harribey, L’Économie politique, n.° 67, (2015): 62-75, doi:10.3917/leco.067.0062.
  • [12]
    Título de un libro editado por Marc Loriol y Nathalie Leroux, Le travail passionné. L’engagement artistique, sportif ou politique (Toulouse: Érès, 2015). La socióloga Nathalie Heinich, citada por los autores, escribe que, en muchas actividades «uno se gana la vida para poder ejercer la actividad en cuestión, ya sea espiritual, en las órdenes religiosas, compasiva, entre los médicos, o artística, en el caso de los creadores».
  • [13]
    En los experimentos actuales solo participan grupos de control compuestos por personas de bajos ingresos a quienes se les asigna un ingreso complementario condicional, como en los Países Bajos.
  • [14]
    Esto es menos cierto desde 2008, debido a la crisis. Pero el fuerte aumento en el número de desempleados de larga duración tiende a transformar el desempleo coyuntural en desempleo estructural, vinculado a la supuesta imposibilidad de emplear a los afectados por este desempleo.
Español

La implementación de una renta básica parece algo arriesgado cuando se considera su financiación o su impacto en el mercado laboral y la integración en la sociedad.

Bibliografía

  • Allègre, Guillaume. «Comment peut-on défendre un revenu de base ?». Notes de l’OFCE, n.° 39 (2013).
  • de Basquiat, Marc. «Le Liber, en réponse à une lecture de Denis Clerc». L’Économie politique 71, nº 3 (2016): 85-95, doi:10.3917/leco.071.0085.
  • de Basquiat, Marc de y Gaspard Koenig. Liber, un revenu de liberté pour tous. París: Éditions de l’Onde, 2015.
  • Bresson, Yoland. L’après salariat. Une nouvelle approche de l’économie. París: Economica, 1993.
  • Castel, Robert. «Salariat ou revenu d’existence ? Lecture critique d’André Gorz». La vie des idées, 6 de diciembre de 2013. Acceso el 31 de agosto de 2020. www.laviedesidees.fr/Salariat-ou-revenu-d-existence.html.
  • Chevandier, Thomas y Jérôme Héricourt. «Le revenu de base, de l’utopie à la réalité». Fondation Jean Jaurès, 22 de mayo de 2016. Acceso el 31 de agosto de 2020. https://jean-jaures.org/nos-productions/le-revenu-de-base-de-l-utopie-a-la-realite.
  • Denis Clerc y Marc de Basquiat. «Une protection sociale plus lisible». L’Économie politique 71, nº3 (2016):95a-100. doi:10.3917/leco.071.0096.
  • Clerc, Denis y Dominique Méda. «Emploi et travail chez André Gorz». En André Gorz, un penseur pour le XXIe siècle. Editado por Christophe Fourel. París: La Découverte, 2009.
  • Ferry, Jean-Marc. L’allocation universelle. Pour un revenu de citoyenneté. París: Éditions du Cerf, 1995.
  • Friedman, Milton. Capitalisme et liberté. Traducción de A. M. Charno. París: Robert Laffont,1971. Edición en castellano en Capitalismo y libertad: ensayos de política monetaria. Madrid: Síntesis, 2012.
  • Hayek, Friedrich. Camino de servidumbre. Traducción de José Vergara Doncel Madrid: Anaya, 2011.
  • Liegey, Vincent, Stéphane Madelaine, Christophe Ondet y Anne-Isabelle Veillot. Un projet de décroissance. Manifeste pour une Dotation Inconditionnelle d’Autonomie (DIA). París: Utopia, 2013.
  • Loriol, Marc y Nathalie Leroux. Le travail passionné. L’engagement artistique, sportif ou politique. Toulouse: Érès, 2015.
  • «Option préférentielle pour les pauvres». Doctrine sociale de l’Église catholique, 3 de diciembre de 2013. Acceso el 31 de agosto de 2020, https://www.doctrine-sociale-catholique.fr/les-principes/53-option-preferentielle-pour-les-pauvres.
  • Mylondo, Baptiste. Pour un revenu sans condition. Garantir l’accès aux biens et services essentiels. París: Utopia, 2012.
  • Vanderborght, Yannick y Philippe Van Parijs. L’allocation universelle. París: La Découverte, 2005.
  • Vercellone, Carlo y Jean-Marie Harribey. «Quelle place pour le travail ?». L’Économie politique, n.° 67, (2015): 62-75, doi:10.3917/leco.067.0062.
Denis Clerc
Fundador de Alternatives économiques
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Subido a Cairn Mundo el 24/08/2021
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