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En promedio, un europeo utiliza su coche seis horas a la semana. Sin duda, es mucho menos que un smartphone o un televisor, pero es suficiente para que sea uno de los objetos técnicos más utilizados. El coche no es sólo un accesorio neutral y transparente, sino que cambia nuestro acceso al mundo. La conducción es, pues, una de esas prácticas técnicas en las que se constituye nuestra humanidad. Esto significa que la evolución de la industria del automóvil no deja de tener efectos en nuestra vida espiritual.