1La Amazonia es un territorio particular que representa cerca de la mitad del continente sudamericano. Contiene una biodiversidad extremadamente rica (un tercio de la biodiversidad mundial) y una importante reserva de agua (alrededor de un quinto del agua dulce sobre la superficie del planeta). En una época en la que lo que preocupa es limitar el cambio climático y evitar la caída excesivamente brusca de la biodiversidad, el caso de la Amazonia es significativo. En ciertos aspectos, es aquí donde una gran parte del futuro de la humanidad está en juego.
Un territorio inmenso
2Para entender la situación amazónica, en primer lugar, hay que hacerse una idea de las dimensiones gigantescas de este territorio. Una comparación con Europa resulta al respecto interesante. Los 7 millones de kilómetros cuadrados del territorio amazónico representan casi el doble de la superficie de la Unión Europea (alrededor de 4 millones de kilómetros cuadrados, es decir, casi tres cuartas partes de la superficie del continente europeo). Sólo el río Madeira, en la cuenca amazónica, es ya de más de 3000 km, lo que lo convierte en el afluente más largo del planeta. Comparado a la longitud del padre y madre de todos los ríos, el Amazonas, con 7096 km, su tamaño se vuelve sensiblemente más modesto… [1]
3La Amazonia cuenta con alrededor de 40 millones de habitantes, que pueden compararse con los 65 millones de franceses, que habitan un territorio diez veces más pequeño. Dos ciudades amazónicas de Brasil cuentan con más de un millón de habitantes, Belém de Pará (estado de Pará) y Manaos (estado de Amazonas). En la Amazona peruana se encuentra la ciudad de Iquitos (departamento de Loreto) que cuenta con cerca de medio millón de habitantes. [2] En otros lugares, la densidad de población es muy baja, especialmente ante la progresiva concentración de población en las grandes ciudades y el abandono de las zonas rurales característico del proceso de urbanización que experimenta la Amazonia.
4Los pueblos autóctonos constituyen un conjunto de alrededor de 420 entidades diferentes que hablan 86 lenguas y 650 dialectos. Al menos 60 de ellos, designados por las siglas PIAV (pueblos indígenas en aislamiento voluntario), viven en un aislamiento total. No resulta fácil estimar el número de habitantes autóctonos. Según algunas fuentes, ascendería a poco más de 2 millones y medio de personas; [3] según otros, se limitaría a un millón. [4] La Amazonia dispone de una enorme cantidad de riquezas naturales que son esenciales para el desarrollo económico y social de estos pueblos, [5] pero de las cuales desgraciadamente no se benefician como deberían.
5Son nueve los países que forman parte de la cuenca amazónica: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Surinam, Guyana y Guyana Francesa. De ellos, el que tiene mayor superficie es Brasil (cerca del 68 %, con cerca de 5 millones de km2), seguido de bastante lejos por Perú (alrededor del 13 %, con unos 700 000km2).
6El territorio no es homogéneo y posee numerosos tipos de ecosistemas. No sólo hay grandes bosques tropicales, como generalmente imaginamos. Las zonas se reagrupan según diferentes tipos: las tierras que se han adaptado a las aguas saladas de la costa atlántica en la desembocadura del río Amazonas; los páramos que ocupan las zonas de altitud de la cadena andina; los bosques tropicales de media montaña; zonas muy secas con períodos relativamente cortos de precipitaciones que forman los ecosistemas de la selva tropical seca amazónica; extensas sabanas; zonas que se inundan periódicamente llamadas várzeas,; las que, por el contrario, rara vez se inundan y que son llamadas terra firme; zonas de humedales que cubren extensas superficies. La lista podría continuar.
7En cada uno de estos ecosistemas hay pueblos que han sabido adaptarse a los diferentes escenarios naturales. Utilizaron los recursos con un manejo muy elaborado que, en muchos casos, les permitía extraer beneficio permanente, algo que hoy llamaríamos un manejo sostenible del territorio.
La acción humana en la naturaleza
8La Amazonia está habitada desde hace varios miles de años. Cuando los primeros europeos llegaron a América, encontraron una tierra transformada por el ser humano. Aunque la primera imagen que nos viene a la mente es la de una selva virgen y salvaje, el lugar había experimentado ya en diferentes lugares la intervención humana. Y su biodiversidad había sido modificada y había incluso aumentado.
9Los trabajos arqueológicos han revelado importantes técnicas de manejo del suelo que tenían como objetivo una mejora de la fertilidad. Se producía lo que se ha conocido como «terra preta» o tierra negra, que consistía en echar a la tierra materia orgánica procedente de los desechos alimenticios, carbón, cenizas, así como huesos y trozos de cerámica, para mejorar paulatinamente la calidad del suelo y elevar la productividad agrícola. Los estudios del arqueólogo Eduardo Neves al respecto son una fuente de información muy rica. [6] Dan testimonio de esta práctica los descubrimientos realizados en extensas superficies de la Amazonia central, pero también en zonas relativamente cercanas a los primeros contrafuertes andinos en la Amazonia ecuatoriana y peruana.
10Cabe mencionar, además, la construcción de plataformas o terrazas con sistemas de drenaje, en los suelos enriquecidos, en donde los habitantes cultivaban productos variados y desarrollaban también prácticas ceremoniales. Este sistema permitió que el excedente de agua, bien procedente de la lluvia o bien, en algunas superficies, de las frecuentes inundaciones, no impidiera el uso principalmente agrícola del territorio. Descubrimientos recientes, realizados en las Guyanas, y otros anteriores en la región de Mojos (noreste boliviano), evidencian la capacidad de estos pueblos para responder a contextos ecológicos complejos. El manejo de estas plataformas en la zona de las Guyanas alcanzó niveles excepcionales de desarrollo y sofisticación, tal y como explica Stéphen Rostain: «Sólo mediante la combinación de datos de diversas disciplinas se puede entender realmente un paisaje antropizado. La multiplicación de miradas diferentes autoriza un juicio mejor argumentado y una valoración más exacta de la realidad de un entorno de génesis compleja». [7]
11Hay que señalar que las transformaciones del paisaje amazónico se han visto acompañadas por modificaciones de la estructura de las sociedades. Es comprensible que, cuanto más sostenible sea la manera en que se producen los recursos alimenticios gracias a un régimen agrícola adaptado, algo que hoy llamaríamos seguridad alimentaria, será mayor la capacidad de crecimiento demográfico, acompañada de los cambios socioestructurales que ella implica.
12Un tercer ejemplo de antropización de la Amazonia es el presentado por William Balée. En su libro Footprints of the Forest, obra clásica de la etnobotánica, nos muestra cómo un pueblo amazónico decide dividirse debido al aumento de su población. [8] El grupo que parte se lleva consigo especies botánicas del lugar de origen, que son introducidas en el nuevo territorio. Después de varios años, la diversidad botánica del nuevo territorio habitado es más grande que la del lugar de origen de estas poblaciones, gracias al cultivo de las nuevas especies introducidas. En un ecosistema forestal amazónico, los seres humanos han sido capaces de ayudar a la naturaleza, aumentando así su biodiversidad.
13El arte de la navegación fluvial y el conocimiento de los sistemas hidrográficos, con sus ríos, afluentes y canales, reservan aún sorpresas. Según Rostain, todo indica que la interconexión de las cuencas del Orinoco y de las fuentes del Amazonas por el actual canal de Casiquiare habría sido el resultado de una intervención humana, mediante la excavación y ensanche de un pequeño curso de agua que uniría los nacimientos de los dos ríos. [9] El expresidente de Perú Fernando Belaúnde Terry (1912-2002) navegó por este canal a bordo de un navío de la marina peruana en 1983, uniendo los dos sistemas hidrográficos. [10]
14Vemos, por lo tanto, la importancia de la intervención humana en el manejo del bosque tropical y de sus ríos, con miras a lograr un territorio más productivo. Actualmente, los especialistas se preguntan aún si los antiguos bosques de castañas de Brasil, que producen lo que conocemos como la castaña de Brasil (Bertholletia excelsa), con sus inmensos árboles, son naturales o más bien resultado de plantaciones humanas que datan de varios siglos. [11]
15No son estos más que algunos ejemplos que nos muestran una acción humana que se adecúa a su entorno natural. Contrariamente a la idea extendida de la Amazonia como un territorio salvaje y de selvas vírgenes, en la región se ponen de manifiesto numerosas intervenciones humanas desde la Antigüedad. La idea de no tocar la naturaleza para dejarla en su estado original, como plantea el principio de las «reservas naturales» que emergió durante el siglo XIX, es una práctica a la cual los pueblos originarios no atribuyen el valor que nosotros le damos a día de hoy. La intervención humana, si se concibe correctamente, puede enriquecer la naturaleza. La cuestión es saber cómo establecer los criterios de acción y la manera de hacerlo sobre todo actualmente, cuando la explosión demográfica, incluso en Amazonia, alcanza territorios hasta ahora intactos.
16Los pueblos autóctonos han descubierto en la flora indígena numerosas sustancias medicinales que también nos son muy útiles a nosotros. Citemos algunos de ellos: la corteza de la quina (Cinchona officinalis), para luchar contra la malaria; la savia del árbol de sangre de drago (Croton lechleri), de propiedades hemostáticas y cicatrizantes; los frutos y la savia del árbol de ojé (Ficus insipida) o las semillas de la papaya (Carica papaya), que sirven como antiparasitario; la corteza y las hojas de la uña de gato (Uncaria tormentosa), en infusión, como antiinflamatorio e inmunoestimulante. Éstas son sólo algunas plantas cuyas propiedades se emplean en la medicina occidental. Sin la biodiversidad de la selva amazónica no dispondríamos de tales recursos.
La cuestión del agua
17La enorme superficie de la cuenca amazónica está considerada como uno de los mayores pulmones del mundo y captadora de carbono. Son, sin embargo, los océanos, los mayores captadores de carbono del planeta. [12] Es más bien su función de productora de agua dulce (un quinto del agua dulce del planeta) y la biodiversidad de su cuenca, lo que hace de ella un lugar estratégico para el desarrollo de la vida en la Tierra. Los yacimientos de minerales e hidrocarburos, la variedad de especies botánicas forestales únicas y el hecho de que la selva albergue conocimientos ancestrales la convierten en un lugar admirado, deseado, pero también desgraciadamente explotado, a veces de manera irracional. [13]
18No hay bosque sin agua ni agua sin bosque. Las relaciones de interdependencia son fundamentales para que este ciclo complejo resultante de la lluvia, del rocío producido por los árboles, de la evaporación, del agua de los ríos, de las lagunas, de los arroyos, pueda continuar desarrollándose. Un metro cuadrado de selva evapora entre 8 y 10 veces más que un metro cuadrado de océano. Es un mundo acuático que se extiende sobre millones de kilómetros cuadrados.
19En Amazonia pesan amenazas sobre las reservas de agua. Entre los numerosos problemas, destacaré tres: la deforestación, la contaminación (tanto en los nacientes de los ríos como en sus partes bajas) y los grandes proyectos de infraestructura que intervienen los cursos de agua y drenan los cauces de los ríos sin tener en cuenta las consecuencias. Existen también soluciones.
20El primer problema es causado por los madereros ilegales, el tráfico de droga y los grupos terroristas que controlan ciertas zonas del territorio (cuyo impacto es felizmente limitado), la colonización incontrolada procedente de zonas pobres de los diferentes países de América latina, pero también los proyectos extensivos en ganadería y agricultura, que afectan a grandes superficies, y que modifican el ciclo de las precipitaciones, lo cual conlleva la extinción de numerosas especies nativas, vegetales y animales, como consecuencia de la desaparición de los bosques. Se habla ya de un proceso de «sabanización» [14] en algunas áreas amazónicas. Son ejemplo de ello los estados brasileños de Rondônia, Mato Grosso y Acre, por no citar más que algunos ejemplos entre tantos otros.
21Al mismo tiempo, existen propuestas de desarrollo de una gestión sostenible de los bosques, así como proyectos de reforestación con especies autóctonas que permitan un uso sostenible. Estas propuestas articulan la gestión racional de los servicios ecosistémicos, la productividad económica, en algunos casos la restauración de los ecosistemas y, por supuesto, la responsabilidad social.
22Un segundo problema es la contaminación de los nacientes de los ríos amazónicos y de sus cursos medios y bajos. La explotación minera ilegal, con el empleo del mercurio y otros elementos tóxicos, los «pasivos ambientales» [15] de antiguos proyectos mineros situados en particular en los Andes (de donde provienen numerosos ríos amazónicos), los derrames en las zonas de extracción de hidrocarburos, los vertimientos de los desagües sin tratamiento de grandes centros de población en la vertiente andina y en la baja Amazonia, el uso indiscriminado de plásticos arrojados en los cuerpos de agua, las pozas de maceración de coca para la producción de pasta base (el primer insumo en la cadena de producción de la cocaína) son algunas de las acciones que ponen en peligro los ríos amazónicos. Existen estudios que prueban la fuerte concentración de metales tóxicos en la carne de los peces amazónicos, debido a las prácticas aquí mencionadas, que comprometen la seguridad ambiental de los cuerpos hídricos de la Amazonia. [16]
23Para hacer frente a esta situación surgieron diversas iniciativas, algunas privadas y otras con el apoyo de del gobierno. Por ejemplo, el cultivo de peces en estanques alejados de los grandes cursos de agua (piscicultura), el inicio de acciones más resolutivas y sistemáticas para combatir el tráfico de droga y las minas ilegales o las propuestas para el desarrollo urbano y la gestión de residuos sólidos en diferentes centros urbanos amazónicos.
24Finalmente, los grandes proyectos de desarrollo pueden constituir una amenaza, porque no integran la complejidad del «bioma» [17] y las consecuencias de su impacto ambiental. En términos de infraestructuras, las represas amazónicas que producen energía hidroeléctrica pueden tener numerosos impactos para el ecosistema. Detienen el transporte de sedimentos y las migraciones de los peces, especialmente cuando se encuentran en la selva baja. Las orillas de los ríos dejan de fertilizarse periódicamente y se alteran los cursos de agua. Ejemplo de ello es la controvertida construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte en el río Xingú (Brasil), que será la tercera mayor del planeta después de la de Itaipú (en la frontera entre Paraguay y Brasil) y de la de las Tres Gargantas (China). Aunque se han aplicado tecnologías avanzadas para reducir ciertos tipos de impacto, no es suficiente. Las inundaciones de las tierras de los pueblos indígenas y las vastas extensiones de bosque tropical representan un cambio importante en el entorno, cuyas consecuencias es de suponer serán negativas.
25Igualmente, en Perú, el gran proyecto de la Hidrovía Amazónica pretende dragar los rápidos de los principales ríos amazónicos del país (Marañón, Huallaga, Ucayali y Amazonas), para facilitar la navegación fluvial. Muchos pueblos indígenas ribereños de estos ríos se oponen al proyecto, [18] así como universidades privadas, que subrayan la falta de estudios técnicos que aporten una idea más clara de las consecuencias y de su justificación socioeconómica, dado que podrían conllevar un impacto ambiental considerable. [19]
26Otro aspecto de los recursos de la Amazonia son los territorios preservados por los estados como parques nacionales o áreas protegidas. Si bien es cierto que la creación de numerosas áreas naturales protegidas está aumentando, varios pueblos indígenas objetan los límites que estos territorios imponen a sus hábitos culturales tradicionales, en cuanto al modo en que dichos límites se relacionan con el bosque y cómo lo utilizan.
27Por otra parte, aparecen nuevas formas de turismo más cercanas a la naturaleza, como una alternativa de menor impacto y probablemente más rentable a medio y largo plazo. Es el caso también de un manejo sostenible de los bosques, como llevan a cabo las asociaciones de castañeros de Brasil (Bertholletia excelsa), que reúnen centenares de familias con fines productivos en Brasil, Bolivia y Perú. Existen también concesiones forestales gestionadas con responsabilidad ambiental y social. Los proyectos de recuperación de tierras degradadas resultan una propuesta interesante en la que participan capitales privados, actores locales y, a veces, gobiernos nacionales o regionales.
La Iglesia católica y la Amazonia
28La Iglesia católica desempeña un papel importante en Amazonia, en el ámbito del desarrollo del medioambiente, el de la pastoral adaptada a los diferentes contextos culturales, la educación, la formación y, concretamente, en el campo de los derechos humanos y los programas de gobierno. Está presente tanto entre los pueblos originarios como en las ciudades.
29El papa Francisco convocó en octubre de 2019 un sínodo amazónico. Esta convocatoria aportó un nuevo impulso a los habitantes de este territorio inmenso. El papa se preocupa de esta región en la que la presencia de la Iglesia católica trasciende las fronteras políticas. La encíclica Laudato sí (2015) mencionaba el territorio amazónico y el del Congo (n°38), ricos en biodiversidad, y subrayaba su importancia para el planeta entero y el futuro de la humanidad.
30Los obispos católicos del territorio amazónico crearon en Brasilia (Brasil), con aprobación del papa, el 12 de septiembre de 2014, la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), que tiene como objetivo «crear conciencia en las Américas sobre la importancia de la Amazonía para toda la humanidad. Establecer, entre las iglesias locales de diversos países sudamericanos, que están en la cuenca amazónica, una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas para crear un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres y sirva al bien común». [20]
31Es fundamental trabajar de manera más articulada en los diferentes frentes amazónicos en los que la Iglesia está presente. La REPAM se ocupó de apoyar las asambleas preparatorias del sínodo sobre la Amazonia que se llevó a cabo en octubre de 2019 en Roma. Estas asambleas respondieron a las demandas que acompañan el documento presinodal, lo cual se complementó con aportes de las iglesias locales. El papa se ocupó especialmente de que este sínodo sea lo más horizontal y representativo posible, con una amplia participación de los fieles, y el evento contribuyó ampliamente a promover la presencia de la Iglesia Católica en la región y ofreció un marco pastoral. La Exhortación apostólica postsinodal “Querida Amazonia” del Santo Padre Francisco presentada en febrero de 2020, fue un claro ejemplo del éxito del sínodo, no sólo para la Iglesia en la región amazónica, sino también para la Iglesia Católica en su conjunto.
32En Amazonia, la Iglesia es testigo de muchas de las situaciones mencionadas, tanto en los servicios que este territorio aporta a la humanidad, como la violencia que se ejerce contra él. Muchos miembros de la Iglesia, laicos, religiosos, obispos, han dado su vida en esta región. Muchos pueblos originarios han sido y siguen siendo amenazados, no sólo en sus derechos ancestrales de poseer las tierras que siempre les han pertenecido, sino también a través de las operaciones de extracción de los recursos que existen en el subsuelo. La Iglesia católica participa en su lucha y denuncia los abusos cometidos contra ellos.
33A pesar de las dificultades de la situación actual, existen motivos para esperar tiempos mejores. La Amazonia ocupa un lugar creciente en la consciencia de los habitantes del planeta para su defensa y la restauración de su territorio. La Iglesia católica no está ausente en estos debates.
Notes
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[1]
Zaniel Novoa Goicochea, El origen del río Amazonas (Lima: CIGA-PUCP, 1996). Informe científico de la expedición «Amazon Source 96».
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[2]
Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Censo del Perú, 2017.
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[3]
«Amazonía: Indígenas de 9 países piden coherencia en políticas de desarrollo», Servindi, 26 de marzo de 2018, https://www.servindi.org/actualidad-noticias/24/03/2018/declaracion-de-quito-pueblos-indigenas-de-la-cuenca-amazonica-en.
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[4]
«Indígenas de la Amazonia», Survival, www.survival.es/sobre/indigenasamazonicos.
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[5]
Datos de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (Organição do Tratado de Cooperação Amazônica - OTCA).
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[6]
Eduardo Góes Neves, Arqueología da Amazonia (Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 2006); Eduardo Góes Neves y James B. Petersen, «Political economy of pre-Columbian Amerindians: landscape transformations in Central Amazonia», en Time and Complexity in Historical Ecology: Studies in the Neotropical Lowlands, ed. por William Balée y Clark L. Erickson (New York: Columbia University Press, 2006), 279-309.
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[7]
Stéphen Rostain, Amazonie, un jardin sauvage ou une forêt domestiquée. Essai d’écologie historique (Arlés: Actes Sud/Errance, 2016), pp. 241-242 ; ver también Rostain, Amazonie, les douze travaux des civilisations précolombiennes (París: Belin, 2017).
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[8]
William Balée, Footprints of the Forest. Ka’apor Ethnobotany – The Historical Ecology of Plant Utilization by an Amazonian People (New York: Columbia University Press, 1994).
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[9]
Rostain, Amazonie, un jardin sauvage… 69-73.
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[10]
Marc J. Dourojeanni, «Belaúnde en la Amazonía», Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, 12 de junio de 2017. http://www.caaap.org.pe/website/2017/06/12/belaunde-en-la-amazonia-por-marc-j-dourojeanni/
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[11]
Pieter A. Zuidema, Ecología y manejo del árbol de Castaña (Bertholletia excelsa) (Riberalta: PROMAB, 2003), 21-26.
-
[12]
Ben I. McNeil et al., «Anthropogenic CO2 Uptake by the Ocean Based on the Global Chlorofluorocarbon Data Set», Science 299, 5604 (2003): 235-239. doi: 10.1126/science.1077429
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[13]
Cfr. Fernando Lopez, «Amazonie, aux sources d’une résistance universelle», Projet 347 (2015): 15-19. doi: 10.3917/pro.347.0015
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[14]
Proceso de desaparición del ecosistema de bosques húmedos tropicales, caracterizados por su abundante biodiversidad, para convertirse en grandes extensiones de pastos con reducidas formaciones forestales.
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[15]
Residuos minerales tóxicos no rentables que deja la producción de la mina. Son resultantes de la antigua explotación minera, principalmente en una época en la que las leyes medioambientales y la sensibilización medioambiental no eran prioridades.
-
[16]
Roberto Pezo-Díaz, H. Paredes y Nora Yoni Bendayán-Acosta, «Determinación de metales pesados bioacumulables en especies ícticas de consumo humano en la Amazonia peruana», Folia Amazónica 4, n°.2 (1992): 171-181. doi: 10.24841/fa.v4i2.295.
-
[17]
Conjunto de ecosistemas característicos de una zona biogeográfica.
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[18]
«Presentan serios cuestionamientos al proyecto Hidrovía Amazónica», Servindi, 16 de agosto de 2018, https://www.servindi.org/15/08/2018/indigenas-cuestionan-hidrovia-amazonica-por-riesgos-ambientales.
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[19]
WCS Perú, «Proyecto Hidrovía Amazónica», YouTube, 24 de mayo de 2018, https://www.youtube.com/watch?v=kDiPAx1H5Ms; WCS Perú, «El dorado Amazónico: un viajero sin fronteras», YouTube, 21 de mayo de 2016. https://www.youtube.com/watch?v=9wuO_-zxkDY.
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[20]
REPAM, «Memoria del encuentro fundacional» (Brasilia, del 9 al 12 de septiembre de 2014), Celam/CNBB/Caritas/Clar, 16, https://caritascolombiana.org/wp-content/uploads/2016/10/Memoria-encuentro-fundacional.pdf.