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A principios de 1999, escriben Arunas Juska y Bob Edwards (2004: 187), Tom Garrett, del Instituto para el Bienestar Animal (AWI en sus siglas en inglés) advirtió la presencia de dos artículos aparentemente no relacionados en la prensa: «En primer lugar, los granjeros polacos se rebelaban contra los bajos precios con una campaña sostenida de acciones directas no violentas que se había difundido hasta Varsovia. En segundo lugar, el mayor productor mundial de productos del cerdo, Smithfield Foods, acababa de anunciar con gran fanfarria sus planes de compra del conglomerado polaco del cerdo Animex con la intención de trasladar su historia de éxito al estilo americano a Polonia». Cuando Garrett juntó las dos historias, el resultado fue una coalición clásica, pero interfronteriza.
Los dos socios, AWI y Samoobrona, una organización de granjeros polaca, estaban muy lejos el uno del otro, tanto por su origen como por sus objetivos: uno era un grupo estadounidense de interés público, de centro-izquierda, apasionado por el bienestar de los animales; el otro, una organización agrícola nacionalista-populista cuyo líder, Andszej Lepper, dado a usar un lenguaje demagógico y tácticas disruptivas en nombre de sus partidarios, pretendía introducirse en la política nacional polaca. Mientras que AWI se describe a sí misma como «una organización caritativa no lucrativa fundada en 1951 para reducir la suma total de sufrimiento y miedo infligidos a los animales por los humanos», Samoobrona surgió durante el caos económico de principios de la década de 1990 para representar a los granjeros duramente afectados por las reformas de la «terapia de choque» de Leszek Balcerovic (p…
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