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La localidad de Hengyang, en la franja agrícola del centro de China, posee una larga tradición de resistencia a la autoridad local (O’Brien y Li, 2004; véase también Bernstein y Lü, 2003). Sin embargo, constreñidos por la «celularización» de la China rural con el régimen comunista (Shue, 1988), hasta hace poco los agricultores limitaban sus reivindicaciones principalmente a las juntas de reclamación o las vertían en manifestaciones de rabia frustrada contra cargos transgresores. Era raro que las protestas alcanzaran un nivel superior. Sin embargo, en la década de 1990, Kevin O’Brien y Lianjiang Li empezaron a observar un cambio de escala de la movilización. «Los activistas», señalaban, «cada vez hablan más de una causa común y se identifican como miembros de una comunidad más amplia de comunidades locales damnificadas […] Como consecuencia del intercambio de historias realizado y del hecho de haberse conocido entre sí al acudir a presentar quejas en el ámbito municipal o provincial, han logrado franquear la “celularización” […] de la sociedad rural. Al hacer tal cosa, hay ocasiones en que han llegado a darse cuenta de que deben sumar fuerzas y organizarse para autoprotegerse» (2004: 16). «Las luchas locales», concluye O’Brien (2002: 228), «se inician en enclaves de tolerancia, se difunden cuando las condiciones son favorables y se desarrollan hasta quedar incluidas en el sistema político más amplio». Es ése el proceso que denomino «cambio de escala».
Según el relato de O’Brien y Li, el cambio de escala de la protesta en el área de Hengyang no fue únicamente un cambio en el asunto del blanco de la contienda…
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