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¿Se puede controlar al capitalismo?

¿Será el peor de los sistemas a excepción de todos los demás que se han inventado? Presentamos cuatro puntos de vista muy diferentes. El primero lo firma un antiguo consejero del empresariado francés, el segundo un joven universitario francés cercano al marxismo, el tercero un académico estadounidense liberal de izquierda y el cuarto un profesor del Collège de France.
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En Volumen 3, Número 4, 2023

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1 Desigualdad creciente, crisis financieras, escándalos de todo tipo, daños al medio ambiente, etc.: el capitalismo tiene mala prensa. ¿Será, como decía Churchill sobre la democracia, el peor de los sistemas a excepción de todos los demás que se han inventado? Este sigue siendo el punto de vista de la mayor parte de los economistas, pero no de todos, ni mucho menos. Presentamos cuatro puntos de vista muy diferentes. El primero lo firma un antiguo consejero del empresariado francés, el segundo un joven universitario francés cercano al marxismo, el tercero un académico estadounidense liberal de izquierda y el cuarto un profesor del Collège de France.

2 El primer artículo muestra que podemos estar cercanos al empresariado y tener ideas poco ortodoxas. En vísperas de la crisis financiera de 2007-2008, que él mismo había anticipado, Jean-Luc Gréau considera que se puede «controlar» el capitalismo, siempre y cuando se haga una reforma a fondo, para liberar a las empresas que cotizan en bolsa de su sometimiento a los mercados financieros y permitir un proteccionismo selectivo.

3 Cédric Durand nos introduce en el mundo de los economistas marxistas o afines, que en Estados Unidos y Canadá exploran ideas diferentes, pero complementarias. Según este autor, el capitalismo experimenta contradicciones de fondo «crecientes», que «indican que estamos llegando a un fin de ciclo».

4 El economista de Harvard Dani Rodrik advierte contra las ideas preconcebidas que circulan sobre el neoliberalismo y muestra que, en realidad, el capitalismo contemporáneo responde a modelos muy diferentes, en función del país. Subraya el peligro que subyace a querer aplicar las recetas neoliberales sin analizar en profundidad el contexto local. Lo que en un lugar constituye una buena práctica puede resultar contraproducente en otro lugar. La consigna de todo buen economista debería ser: «depende».

5 Para acabar, Philippe Aghion describe las lecciones que pueden extraerse de la crisis de la COVID-19 y explica en qué medida puede ser «regulado» el «caballo brioso» del capitalismo, según su opinión, siempre y cuando sepamos utilizar sus tres pilares: no solo las empresas —fuente de innovación y de «destrucción creativa»—, sino también el Estado y la sociedad civil.

A Bolsa de Valores de São Paulo (Bovespa) / CC2.0, Rafael Matsunaga

El capitalismo se puede reformar

Bernanke's house, New York, Abril 14, 2008 / CC2.0, ILPeoplesAction

6 Abogar por el capitalismo no significa necesariamente confiar en él a ojos cerrados. En Revue du Mauss, el economista Jean-Luc Gréau desarrolla este punto de vista en 2007, es decir, en vísperas de la gran crisis financiera que sacudió a la economía mundial. Tras constatar humildemente que «no sabemos qué es exactamente el capitalismo» y admitir «abrazar el capitalismo por convicción», repasa su historia, presenta sus derivas recientes (globalización y financiarización) y formula dos sugerencias: reformar el papel de los accionistas en las empresas que cotizan en bolsa y reintroducir el proteccionismo selectivo. Aunque la primera sugerencia no fue atendida, es evidente, quince años después de este artículo, que asistimos a una vuelta de las políticas proteccionistas.

7 Gréau es de los que piensan que el capitalismo no resulta de una evolución lenta, por acreción, sino de una «fractura». Esta tuvo lugar en torno al siglo XVII, con el advenimiento simultáneo del Estado y la ciencia modernos, cuando la empresa se convirtió en una persona jurídica.

8 Tras haber estado «al borde del colapso» en los años treinta, el capitalismo se reformó añadiendo un «proyecto social». A esto siguió un cuarto de siglo de fuerte crecimiento, tras el cual el sistema «empezó a fallar», hasta caer en la «estanflación». En ese momento intervino la doble evolución de la financiarización y la globalización. Gréau las analiza en detalle. La primera está marcada por la fuerte expansión del mercado de la deuda (bonos), del mercado de divisas y de los hedge funds. El economista muestra los riesgos de esta financiarización para las relaciones entre accionistas y directivos de empresa y propone reformar estas relaciones.

9 Muestra también cómo la globalización, a pesar de permitir un auge fulgurante de nuevas economías (en concreto la economía china), creó distorsiones en el comercio mundial y cómo estas pueden volverse insostenibles para las antiguas economías. De ahí la necesidad de un nuevo proteccionismo, basado en «aranceles antidumping específicos», algo que Europa ya había empezado a hacer. La libertad de la que gozan las empresas extranjeras para establecerse en zonas que practican ese proteccionismo permitiría «mantener la competencia», pero en condiciones más justas. De ahí la conclusión optimista del autor: el capitalismo es a la vez «controlable» y «reformable».

Jean-Luc Gréau fue uno de los principales asesores económicos del empresariado francés (CNPF y luego MEDEF). Es uno de los pocos economistas que anticipó la crisis de las subprimes, que sumergió al mundo en la recesión en 2008. Ha publicado, en Gallimard, L’Avenir du capitalisme (2005), La Trahison des économistes (2008), La Grande Récession (depuis 2005) (2012) y Le Secret néoliberal (2020).

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La globalización bajo la lupa de la crítica marxista

Retrato de Karl Marx por John Jabez Edwin Paisley Mayall, 1875 / Wikimedia Commons

11 Para quienes no comulgan con el capitalismo, la referencia a Marx sigue siendo obligada. En la revista Regards Croisés sur l'Économie, el economista Cédric Durand evoca un «resurgimiento de los planteamientos marxistas» y hace una introducción a las «teorías críticas de la globalización capitalista». A este respecto, describe tres «líneas principales». La primera de ellas entiende la globalización como «expresión del metabolismo capitalista», que busca «nuevas oportunidades de beneficio para contrarrestar su tendencia a la crisis ». La segunda ve la globalización como resultante de «un proyecto político de largo alcance liderado por los Estados Unidos». La tercera «insiste en la reestructuración de las relaciones de producción que acompaña la intensificación de los flujos comerciales y financieros».

12 Durand ilustra la primera perspectiva a partir del libro del geógrafo británico marxista David Harvey, El nuevo imperialismo (2004). Harvey insiste en la necesidad que tiene el capitalismo de abrirse a «nuevos espacios» y buscar innovaciones financieras incluso, según la expresión de Durand, para «posponer las contradicciones en el tiempo». Desde este punto de vista, la globalización «coincide así con el triunfo del neoliberalismo».

13 La idea de un proyecto liderado por Estados Unidos la desarrollan dos canadienses, el politólogo Leo Panitch y el sindicalista Sam Gindin, en su libro The Making of Global Capitalism (2012). El objetivo —escribe Durand— es «cooptar a las clases dominantes de todo el mundo para dar luz a un orden capitalista global en el que todos los Estados contribuyen al mismo tiempo que conservan cierto margen de autonomía».

14 El tercer enfoque, «el nexo financiarización-globalización», se basa en la observación de que el comercio internacional «incluye cada vez más productos intermedios que deben combinarse con otros» para dar lugar a los bienes que compran los «usuarios finales» (automóviles, computadoras, alimentos, etc.). Esta «fragmentación de los procesos productivos en cadenas globales», característica de la actual globalización, se describe muy bien en un libro colectivo coordinado por la socióloga estadounidense Jennifer Bair, titulado Frontiers of Commodity Chain Research (2008), y se traduce en un «debilitamiento del mundo del trabajo».

15 Cédric Durand concluye afirmando que «las contradicciones sociales, económicas y ecológicas crecientes (…) indican que estamos llegando a un fin de ciclo».

Cédric Durand es profesor titular en la Universidad París XIII. Es autor de Le capitalisme est-il indépassable? (París: Textuel, 2010).

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Trampas y engaños del neoliberalismo

Reunión del Presidente Reagan con la Primera Ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, en el Despacho Oval, noviembre de 1988 / Wikimedia Commons

17 El economista estadounidense Dani Rodrik se cuenta entre los partidarios del capitalismo que piensan que hay que «refundarlo». En un artículo traducido al francés por la revista L’Économie politique, centra su atención en la noción de neoliberalismo, para mostrar que es fuente de múltiples confusiones. En primer lugar, el significado de la palabra ha evolucionado; solo recientemente, tras los años de Thatcher y Reagan y a raíz de la globalización y la financiarización, se ha asociado a «todo lo que tiene que ver con la desregulación, la liberalización, la privatización o la austeridad fiscal». Es «a menudo vituperado» por haber «contribuido al aumento de la precariedad económica y la desigualdad, [...] a una pérdida de nuestros valores e ideales políticos y [haber] acelerado la aparición de movimientos populistas».

18 Tras recordar que «varios de los dogmas centrales del thatcherismo o el reaganismo» se han «adoptado con entusiasmo» por «la centroizquierda —demócratas en Estados Unidos, socialistas y socialdemócratas en Europa—», Rodrik sostiene que la noción de neoliberalismo descansa en una falsa creencia: que los «principios económicos fundamentales constituyen un conjunto único de políticas, cercano a una agenda del tipo Thatcher o Reagan». Muestra, a partir de ejemplos, que las instituciones capitalistas varían considerablemente de un país a otro y también en el tiempo. China se basó en un régimen de propiedad muy diferente del de Occidente y logró «la reducción de la pobreza más espectacular de la historia». El peso del sector público en Corea del Sur es de un tercio mientras que en Finlandia es cercano al 60 por ciento. En Islandia el 86 por ciento de los trabajadores son miembros de un sindicato, frente al 16 por ciento de Suiza. En Estados Unidos «las empresas pueden despedir prácticamente según su voluntad», mientras en Francia esto es impensable. Hay por lo tanto «distintos modelos capitalistas» e incluso podemos pensar que «los modelos preponderantes […] tampoco agotan el campo de lo posible».

19 Para Rodrik, los economistas que se declaran neoliberales y promueven «sus remedios habituales —más mercado y menos Estado—» reflejan «una perversión de la economía imperante», para la que «la respuesta adecuada a cualquier pregunta en su campo es “depende”». Tan solo el contexto determina si, por ejemplo, un aumento del salario mínimo es o no perjudicial para el empleo, si el libre comercio es algo bueno, si el aumento del gasto público mejora el empleo, si los monopolios dañan la innovación. «Los neoliberales […] se equivocan […] cuando piensan que existe una receta única y universal para mejorar el rendimiento económico».

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Dani Rodrik es profesor de Economía Política Internacional en la John Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard. Entre sus libros, pueden leerse en español Las leyes de la economía: Los aciertos y errores de una ciencia en entredicho (Zalla: Deusto, 2016) y Hablemos claro sobre el comercio mundial: Ideas para una globalización inteligente (Zalla: Deusto, 2018).

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Un caballo brioso al que hay que sujetar las riendas

Fridays for future 20.09.2019, Hamburg / CC2.0, Rasande Tyskar

22 «El capitalismo se enfrenta a una crisis de identidad como nunca antes la había experimentado» —escribe el economista Philippe Aghion, profesor del Collège de France, en Revue européenne du droit (RED). Todo el mundo tiene presente sus «consecuencias negativas: agrava la desigualdad [...]; puede conducir a sociedades fragmentadas y a la pérdida del sentido [...]; precariza el trabajo [...]; permite que las empresas ya establecidas impidan la entrada de nuevas empresas innovadoras [...]». Sin embargo, «la abolición del capitalismo no es la solución». Ni el comunismo ni el decrecimiento son sustitutos aceptables. El capitalismo, cuyo «motor» es la «destrucción creativa», es «un caballo brioso: [...] si le sujetan las riendas con firmeza, se dirige hacia donde uno quiere».

23 Se trata de «regular mejor el capitalismo». Esto implica apoyarse en un juego de a tres, un «triángulo esencial»: el Estado, las empresas y la sociedad civil. El Estado «es esencial para reorientar el cambio técnico hacia la innovación ecológica». Se trata concretamente de favorecer a las empresas innovadoras, que son «una formidable palanca de movilidad [y promoción] social». Al Estado le corresponde hacer respetar las reglas de una competencia sana, que deben ser además revisadas en beneficio de una «visión más dinámica». «La competencia y la política industrial no son necesariamente excluyentes», tal y como demuestran las de Francia durante los Treinta Gloriosos y las de Estados Unidos de la misma época. Se trata también de garantizar que los bienes esenciales, como ciertos medicamentos, se produzcan localmente. Le corresponde al Estado invertir en medidas capaces de fortalecer la justicia social y las «palancas del crecimiento, como la educación, la salud, la investigación y las infraestructuras». Pero tampoco hay que menospreciar el papel de la sociedad civil. Los consumidores, en particular, «tienen el poder de influir enormemente en las decisiones de las empresas» y presionar, por ejemplo, para la introducción en el mercado de productos menos perjudiciales para el medioambiente. De manera más general, el papel de la sociedad civil es el de «darles contenido a los controles y equilibrios tradicionales» y garantizar un control «efectivo» del ejecutivo. Philippe Aghion subraya el papel que ha desempeñado la sociedad civil en la crisis de la COVID-19. Así, «los buenos resultados de Corea durante la epidemia se deben, en gran medida, a la autodisciplina y al espíritu cívico que prevalecieron en ese país».

Philippe Aghion es profesor de Economía en el Collège de France. Ha publicado El poder de la destrucción creativa: ¿Qué impulsa el crecimiento económico? (Zalla: Deusto, 2021) y Repenser la croissance économique (París: Collège de France-Fayard 2016).

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Traducido y editado por Cadenza Academic Translations
Traductor: Yago Mellado Lopez, Editores: Jaime Velásquez y María Florencia Fernández, Senior editor: Mark Mellor
¿Será el peor de los sistemas a excepción de todos los demás que se han inventado? Presentamos cuatro puntos de vista muy diferentes. El primero lo firma un antiguo consejero del empresariado francés, el segundo un joven universitario francés cercano al marxismo, el tercero un académico estadounidense liberal de izquierda y el cuarto un profesor del Collège de France.

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