Advertencia preliminar del autor:
1 Este dossier se centra en el embrión y luego en el feto, es decir, en «el niño por nacer» o incluso en «el niño concebido». Este enfoque puede implicar cierta ambigüedad en un momento en el que el derecho al aborto se vulnera en varios países. Pensemos en Texas, por ejemplo.
2 Para el caso de Francia, hago referencia a la ineludible tensión entre «el respeto de todo ser humano desde el comienzo de la vida», tal y como figura en la Ley del 29 de julio de 1994 relativa a la donación y la utilización de partes y productos del cuerpo humano, a la asistencia médica en la procreación y al diagnóstico prenatal, por un lado, y la Ley de 1975 sobre la interrupción voluntaria del embarazo, por el otro.
3 Sería ingenuo creer que un análisis del feto escapa a esta tensión. Y, de hecho, numerosos estudios se han puesto al servicio de los adversarios del aborto, que ven desde los primeros latidos del corazón del embrión de veinte días a un ser humano de pleno derecho y consideran la interrupción voluntaria del embarazo como un crimen. Me declaro totalmente contrario a esta creencia y reafirmo mi punto de vista militante en favor del derecho al aborto. Para nutrir este debate, recomiendo al lector de este dossier que escuche el discurso de la ministra de Salud, Simone Veil, ante la Asamblea Nacional de Francia el 26 de noviembre de 1974. Este no ha envejecido.
El feto: entre repulsión y fascinación
4 Hoy el feto es un paria. Vive en una tierra de nadie en la que, en el mejor de los casos, puede expresar su virtualidad de ser humano en potencia y, en el peor, está excluido de la comunidad. En esta condición de exclusión, paradójicamente, puede también ser mantenido a distancia por evocar una amenaza regresiva, una inquietante extrañeza que rasga el narcisismo o, al contrario, ser un objeto de cautivadora idealización nostálgica.
5 Objeto de fascinación o de repulsión, el feto, por la misma razón, es también un excluido de la investigación científica. Queda mucho por descubrir sobre su funcionamiento sensorial y psicosomático, pero también, sencillamente, por observar.
6 En esta exclusión debe examinarse el importante papel que desempeñan los profesionales. Jean Bergeret mostró que los psicoanalistas tienen también su parte de responsabilidad. Hoy, otros psicoanalistas han aceptado el desafío de interesarse por el feto.
7 Para salir a la luz, ya es necesario considerar el periodo prenatal como el primer capítulo de la verdadera biografía del sujeto. De hecho, en medicina prenatal el feto se ha convertido en un «paciente» por derecho propio del diagnóstico prenatal.
8 Los terapeutas de todas las edades de la vida encontrarán un beneficio clínico al examinar las huellas que este primer capítulo deja a lo largo de toda la vida y al abrir así nuevas posibilidades psicopatológicas.
El feto: en tierra de nadie

9 Al comienzo de mi ejercicio profesional, trabajé de manera simultánea en maternidad y en un Centre d’action médico-sociale précoce (CAMSP – Centro de Acción Medicosocial Temprana). Esta enriquecedora experiencia doble me enseñó un dato histórico central: desde siempre, el problema de la discapacidad y la malformación solo aparecía con el nacimiento y el neonato visible. Con la generalización del diagnóstico prenatal en el control obstétrico, la cronología de la aparición de la discapacidad se modifica radicalmente y se vuelve prenatal. Así, el feto se convierte en un «paciente», con un « papel protagonista», y se impone la pregunta por su estatus. Es lo que se explora en esta contribución.
«¿Qué huellas deja la vida fetal en la psique?»

12 ¿Qué huellas deja el primer capítulo prenatal en el sujeto? Es un interrogante clínico de actualidad cuando la medicina prenatal se encuentra en plena expansión, con intervenciones quirúrgicas in útero como ejemplo. [1] Esta pregunta del presente hace eco de otra ya planteada dentro del psicoanálisis: ¿cuál es el lugar en el funcionamiento psíquico de los fantasmas originarios (vida intrauterina, escena originaria, castración, seducción) y, más precisamente, cuál es el posible papel del fantasma de retorno al vientre materno? Este artículo esboza algunas posibles respuestas.
El reconocimiento del feto en la psiquiatría perinatal
14 A partir de su experiencia clínica con prematuros, Michel Soulé fue el primer psiquiatra infantil francés en interesarse por el feto. Fui un atento alumno suyo. La gran originalidad de su aporte es haber puesto en perspectiva su trabajo sobre el feto con los de la Escuela de Psicosomática de París de Pierre Marty. Este artículo aborda precisamente los inicios de la psicosomática en el ámbito prenatal.
15 Es interesante señalar que, antes del reconocimiento de la psiquiatría perinatal y la psicología clínica perinatal, el feto era considerado en el psicoanálisis solamente como una extensión del cuerpo de la madre. Su estatus era radicalmente narcisista. Con su artículo de 2001, Monique Bydlowski y Bernard Golse intentaron superar esta postura. Ponen en perspectiva la noción de «transparencia psíquica» con la de «preocupación materna primaria» tratando de describir el paso de la atención de la madre hacia dentro (al feto) a la atención hacia fuera (al bebé).
16 Más tarde, el feto fue objeto de estudios neuropsicológicos que describen la génesis de su sistema sensorial. Por una vez, Francia lidera este sector con el añorado investigador Jean-Pierre Lecanuet y su equipo, como lo ilustra la siguiente contribución.
Para profundizar:
El feto en la clínica del autismo y del duelo prenatal
20 Si desde hace un tiempo la biografía del sujeto humano incluye lo prenatal, las anamnesis médicas, y sobre todo psiquiátricas, deben incorporar este primer capítulo. En este contexto, algunos terapeutas como Chantal Lheureux-Davidse intentan hoy en día poner en perspectiva los cuadros de autismo precoz con las experiencias sensoriales fetales. En un artículo de la revista Enfance et psy, esta autora nos recuerda que las modalidades sensoriales a las que los niños autistas tienen acceso, como el gusto, el tacto, el oído o el olfato, ya están presentes en el estado fetal.
22 Plantearse preguntas sobre el feto da luces sobre la especificidad del duelo prenatal. En su texto sobre el duelo tras una muerte prenatal, publicado en Le Carnet/Psy, Marie-José Soubieux subraya hasta qué punto, incrustado en el cuerpo de la madre, la muerte in utero constituye un duelo con un doble componente narcisista y objetal. Confrontados a representaciones insoportables de un feto mitad humano, mitad monstruo, los padres en duelo pierden una parte de sí mismos a la vez que al niño imaginario que acompaña los fantasmas del embarazo.
Devenir padres, nacer humano y ser cuidador en el ámbito perinatal
24 En la obra Manual de Psicología y Psicopatología perinatal e infantil (2021) aparece traducida al español una contribución de Sylvain Missonnier. Antes, durante y después del nacimiento, la mujer (re)deviniendo madre, el hombre (re)deviniendo padre conciben, esperan y después acogen a un hijo. Esta metamorfosis individual, conyugal, familiar y colectiva constituye un eje antropológico principal de la filiación familiar vertical y de la afiliación social horizontal. Los territorios humanos de esta mutación son la persona, la pareja, eventualmente la fratría, la familia nuclear y extensa, la etnia y la sociedad. La cronología de esta transformación es la del embarazo y la del después-del nacimiento, una duración más extensa que la de la primera definición de la perinatalidad. De hecho, ha sido definida al principio por pediatras neonatólogos como un período de vida del feto/recién nacido de dieciséis semanas que se extiende desde su vigésimo octava semana de vida intrauterina hasta el séptimo día de su vida postnatal. En el marco de la psicología clínica, la perinatalidad es netamente más amplia. Comienza con la gestación y se extiende, según los marcos referenciales, hasta los ancestrales cuarenta días del post parto o hasta el final del primer año.
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Traductor: Víctor Zamorano Blanco, Editor: Jaime Velásquez, Editor sénior: Mark Mellor
Notes
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[1]
Staraci Stéphanie et al., «Devenir d'une survivance du prénatal dans le cas du syndrome transfuseur-transfusé», La psychiatrie de l'enfant 55, n.º 2 (2012): 347-396, doi: 10.3917/psye.552.0347.