1 El movimiento feminista no es fácil de definir, sobre todo debido a la «pluralidad de los tipos de participación individual y colectiva [y a la] gran diversidad de posturas políticas» que abarca. [1] Por ello, las definiciones comunes del feminismo suelen centrarse en el objetivo del movimiento; es decir, la igualdad entre el hombre y la mujer, y la posibilidad de las mujeres de acceder a ciertos derechos y libertades concedidos a los hombres.
2 Su cronología se suele definir por una sucesión de «olas», desde la aparición de las primeras grandes movilizaciones del siglo XIX. Además, cada «ola» feminista indica un momento histórico del movimiento, cada uno relacionado con reivindicaciones sociales diferentes. El término de ola ya establece una hibridación en los pensamientos, las teorías y las acciones feministas entre el pasado y el presente. Asimismo, implica una reflexión sobre los avances y retrocesos de los movimientos sociales, una reflexión mucho más apremiante en el contexto actual; en efecto, hay numerosas voces que afirman la existencia de una nueva ola feminista que, según los autores, empezó entre 2009 y 2011.
3 Entonces, es momento de cuestionar esta nueva aparición: ¿qué significa y cómo se diferencia de las movilizaciones previas?
4 Si bien la respuesta a estas preguntas no es unívoca, el movimiento feminista de estos últimos años parece poseer varias características que modificarían sus formas de pensar y de actuar. Entre estas, sabemos que esta nueva ola se sitúa en el contexto de la aparición, y luego de la explosión, del uso de las tecnologías digitales: internet, pero también, y de forma más progresiva y particular, las redes sociales que aparecieron y se democratizaron en la última década. Además, como plantea Camille Froidevaux-Metterie en su artículo, [2] parece que el renovado interés por las cuestiones feministas viene de la mano de una renovación de sus temáticas, en particular la experiencia íntima corporal, hasta ahora casi no observada en las reflexiones y acciones feministas.
5 Se trata, entonces, de cuestionar esta concomitancia: ¿qué lugar tiene el cuerpo en los movimientos feministas actuales, en línea? ¿Cómo podemos reflexionar sobre esta aparente paradoja, de una aparición del cuerpo en un momento en el que internet lo sitúa de otra forma?
6 Estas preguntas nos hacen pensar sobre el lugar que ocupa el cuerpo en los movimientos sociales, un cuerpo instrumento, desencarnado, a veces un cuerpo arma, que evoca la manera en la cual el paradigma científico dominante actual trata la cuestión corporal. No obstante, las ciencias humanas, en específico el psicoanálisis, siempre han intentado crear un cambio en el pensamiento, lo cual genera un espacio que va más allá de las representaciones anatómicas, biológicas o mecanicistas.

Un feminismo en línea

7 «La nueva generación de movimientos sociales nacerá en internet», escribe David Bertrand. En su artículo publicado en la revista Réseaux, el autor plantea la existencia de una cuarta ola del feminismo, nacida alrededor de 2011, un nuevo período del movimiento feminista que a su vez es una continuación y una ruptura de las olas anteriores. Según el autor, esta hipótesis puede demostrarse si se siguen dos indicios decisivos: primero, un «claro aumento del interés por el feminismo» y, segundo, la «renovación de los métodos y de los temas abordados por los y las activistas». El aumento del interés es indiscutible: los temas relacionados con el feminismo y con sus implicaciones son cada vez más importantes en el espacio social, fuera de línea y en línea, en las discusiones cotidianas, así como en los discursos políticos y mediáticos. Esto contrasta con la disminución del interés a mitad de la década del dos mil.
8 El artículo no realiza una revisión detallada los temas principales de esta nueva ola, sino que aborda una característica muy específica de su aparición: la presencia del feminismo y de sus acciones en las redes sociales, un feminismo y una red que se influyen la una a la otra de manera recíproca. Este movimiento social difunde sus ideas en las redes sociales, y estas últimas también modifican los modos: «las acciones y discusiones realizadas en internet dependen de la forma en la cual esta tecnología estructura las relaciones sociales». Esto significa que estos mecanismos afectan el contenido de las ideas y las propuestas más susceptibles de ser difundidas.
9 Asimismo, el activismo asume otras formas en varios planos. Por ejemplo, vemos la aparición de acciones mediante sitios web y páginas de internet que, a su vez, buscan difundir la información y la reflexión teórica; y también mediante hashtags (como lo ha demostrado el reciente y masivo ejemplo de #MeToo y #BalanceTonPorc en Francia) y cuentas creadas en las redes sociales. Estas otras formas de acción colectiva, al no necesitar de una presencia física, ponen el testimonio personal al centro de sus prácticas. El acto de hablar, de relatar una experiencia vivida que es personal, emotiva y, a veces, relacionada con conceptos preexistentes que resaltan el carácter cotidiano y encarnado de la dominación masculina, no es algo nuevo. Sin embargo, su uso actual, más extendido y masivo que antes, se posiciona en este nuevo marco feminista que se dibuja en internet, basado también en las teorías de los años noventa e inicios del dos mil. Todo esto, junto con el concepto de interseccionalidad [3], recalcan la importancia de un saber situado.
10 De esta manera, aunque el movimiento feminista actual no se traduce únicamente en acciones virtuales, estas nuevas modalidades producen cambios que aún son difíciles de calcular, pero que «[suscitan] la esperanza de cambios paradigmáticos desde el punto de vista de la acción colectiva entre los actores». Nuevas maneras de acción colectiva, de suscitar un sentimiento de comunidad, pero también de difundir un mensaje: así, internet no tiene como única consecuencia la disolución de los vínculos o la creación de una realidad alternativa. ¿Acaso permite a los individuos experimentar la vida de manera diferente?
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El giro genital del feminismo

12 Camille Froidevaux-Metterie también postula un renacimiento del movimiento feminista. Según ella, la particularidad del feminismo actual se halla en las temáticas tratadas hoy en día, que no eran estudiadas antes. Para explicar estas rupturas, que igualmente son parte de la continuidad del movimiento social, adopta una perspectiva histórica. Así, en vez de analizar las distintas olas feministas, la autora prefiere «observar las grandes luchas que han marcado su historia» y, así, dar importancia a la diversidad del movimiento. Desde la lucha por el voto hasta la lucha de género, o incluso la lucha por la reproducción o la lucha laboral, todos estos son momentos que se articulan, que se responden, que se oponen y que se complementan, hasta llegar al movimiento contemporáneo en la década de dos mil diez. Estas nuevas temáticas pueden parecer curiosamente particulares o heterogéneas, pero esta impresión «no debe esconder la situación global»: los nuevos tipos de protección higiénica femenina, las violencias ginecológicas y obstétricas, el (re)descubrimiento del clítoris y de su función, la endometriosis, las agresiones sexuales… Todas tienen un tema común, que es concebir la experiencia corporal femenina en su dimensión íntima. Un «giro genital del feminismo» que ataca el «último bastión de la dominación masculina».
13 En particular, estas temáticas se caracterizan por la novedad de su presencia en el debate público, puesto que no habían sido abordadas anteriormente. El estudio de Camille Froidevaux-Metterie arroja luz sobre algunos elementos que explican esta imposibilidad. Entre estos, tenemos la unión de varias corrientes teóricas feministas en Francia, que ven el cuerpo femenino como «el lugar de sumisión al orden falocéntrico por excelencia». El cuerpo, como lugar principal de la alienación, solo se desacreditó como un intento de liberarse de lo que se percibe como un aspecto fundamental de la dominación patriarcal. Asimismo, «la dinámica de liberación, iniciada por el feminismo de los años setenta, se detuvo en la frontera de lo íntimo», y esta es la frontera que el movimiento contemporáneo franquea. ¿Por qué esta nueva posibilidad? La respuesta no es ni fácil ni unívoca. La autora esboza una respuesta al evocar el movimiento #MeToo, que hace existir y a la vez debe su existencia al movimiento de reapropiación corporal. También se invoca la continuidad del movimiento: los derechos se obtuvieron gracias a los combates previos, y el feminismo actual apareció gracias al cambio en las representaciones individuales y colectivas.
14 Según la autora, esta aparición también establece, en consecuencia, una renovación del marco teórico para abordar los retos feministas. Por esta razón, propone el camino de un feminismo fenomenológico, que permitiría abordar de manera eficaz la cuestión central de «la experiencia vivida de la corporeidad» femenina, que también puede vincularse a la observación de una creciente importancia de la práctica del testimonio, mencionada en el artículo de David Bertrand. La experiencia vivida es el paradigma del feminismo actual, a través de la posibilidad de una re-corporización.
15 Se plantea entonces una aparente paradoja que nos lleva a la cuestión siguiente: cuando el feminismo toma el control de las redes sociales, aparecen las problemáticas vinculadas a la vida corporal. ¿Es esto una coincidencia o un requisito de su aparición? ¿Será que lo virtual ha favorecido una forma de sujeción del cuerpo, o estas dos características solo son manifestaciones independientes de una evolución cronológica, tecnológica y social? Aunque por el momento solo podemos formular hipótesis, algo es seguro: lo que surge es un cambio en la experiencia del cuerpo y en la posibilidad de darle sentido.
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El psicoanálisis: reflexión sobre el cuerpo sexuado

17 Un cuerpo emancipado, que puede ser objeto de una reapropiación, una subjetivación, este cuerpo que puede liberarse, es el cuerpo construido por el modelo científico dominante, dirigido por la biología. Para ello, la teoría freudiana (el psicoanálisis y su metapsicología) responde con un gesto «verdaderamente subversivo», y permite así crear un espacio de reflexión sobre el cuerpo sexuado, que se libera de la mirada científica totalizadora y normativa. Esta mirada del cuerpo se encarna en especial en la mirada médica, y «el cuerpo “desnudo” se vuelve un punto de referencia siempre observado», que nos permite conocer, identificar, vigilar o incluso castigar. Entonces, a través de esta mirada se ejerce una forma de poder, ya que se piensa que se ha descubierto la verdad del cuerpo: «la mirada que ve es una mirada que domina».
18 Laurie Laufer utiliza los ejemplos de la atleta Caster Semenya, quien tuvo que realizar pruebas «de feminidad» a raíz de una duda sobre sus órganos genitales, y las memorias de Herculine Barbin, estudiadas por el médico Ambroise Tardieu en 1874 con el fin de establecer una causalidad entre la afiliación sexual y la orientación sexual de Abel Barbin, de nacimiento Herculine, quien fue la primera persona que vio su identidad de género modificada en el registro civil en Francia. El intento de aproximar estos dos ejemplos, separados por más de un siglo, puede parecer sorprendente al inicio. Sin embargo, esta reflexión muestra que, tanto en el siglo XIX como en la actualidad, «la sexualidad y las prácticas sexuales son el objeto y el desafío de un discurso científico que determina la identidad de un sujeto», y la medicina avala este discurso. Tanto ayer como hoy, la mirada médica se basa en los mismos mecanismos que supuestamente descubren el cuerpo real, objetivo y verdadero, mediante la visibilización, muestra de su conformidad con la norma. Así, las «conformaciones físicas anormales son un indicio de posibles monstruosidades en el ámbito social». Este fue el caso de Herculine Barbin, cuyo cuerpo se sometió a la mirada de un médico forense, quien supuestamente era poseedor de la verdad sobre su sexo. También fue el caso de Caster Semenya, cuyo verdadero cuerpo fue supuestamente revelado mediante pruebas hormonales, clínicas y ecográficas. Por lo tanto, los movimientos feministas, sus reivindicaciones y sus teorías están insertos en un contexto de desapropiación del cuerpo, de la sexualidad y de sus prácticas. El lugar del cuerpo, que ha podido ser pensado o no, también se lee desde la perspectiva de su objetivación científica.
19 El psicoanálisis responde a ello con el concepto de pulsión, en la sexualidad infantil y en la perversión polimorfa, o incluso por la hipótesis del inconsciente. En efecto, la pulsión, un concepto entre lo psíquico y lo somático, se aleja de los vínculos propuestos por el paradigma científico moderno entre el cuerpo y la psique. En lo que respecta a la sexualidad infantil (caracterizada por la perversión polimorfa), al causar revuelo, pone a prueba el lastre normativo en el que se encierra la sexualidad, objeto del discurso científico. Con estos ejemplos, el psicoanálisis nos recuerda que «el cuerpo, mediante los placeres que lo hacen indefinible, se resiste». Y «resistir» es un término que encontramos en el vocabulario feminista de hoy en día. Asimismo, la aparición de esta cuarta ola de feminismo en línea, de temáticas y problemáticas corporales femeninas, ¿no es acaso el retorno desde esta represión científica, desde eso que el campo médico ha intentado objetivar, anatomizar y contabilizar, ya que creía que con estos actos encontraría una verdad única? Este movimiento social difunde la idea de la reapropiación del cuerpo al recordarnos que ahí tienen lugar las relaciones de poder y también se experimenta la sexualidad. ¿No encontramos entonces un indicio de este retorno y de la reafirmación del carácter escurridizo de esta experiencia?
20 El cuerpo en sí se opone al deseo de veredicción del cual es objeto, y muestra que es imposible controlarlo por completo. En esto se basan el sujeto y las condiciones de una posible emancipación, que se definirá más por su especial potencial creador que por el marco jurídico o social.
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Traductor : Victoria Maraví, Editor : Víctor Zamorano Blanco, Editores senior: María Florencia Fernández y Mark Mellor
Notes
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[1]
Jouët, Josiane, Katharina Niemeyer y Bibia Pavard. 2017. «Faire des vagues», Réseaux, n° 201: 21-57.
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[2]
Froidevaux-Metterie, Camille. 2020. «Le féminisme et le corps des femmes». Pouvoirs, n° 173: 63-73.
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[3]
Este término «busca describir las formas mixtas de dominación [traducción propia]» (Jaunait, Alexandre y Sébastien Chauvin. 2013. «Intersectionnalité». Dictionnaire. Genre et science politique : concepts, objets, problèmes. Editado por Catherine Achin y Laure Bereni. París: Presses de Sciences Po), y toma en cuenta las dominaciones relativas al sexo, el género, la raza, la orientación sexual, etc. De esta manera, aporta la idea de que no todas las mujeres son discriminadas de la misma manera ni con la misma intensidad.