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La psicopatía, un mal misterioso

El gran público está fascinado con el psicópata, puesto en escena por parte de novelistas y cineastas que explotan la figura del asesino en serie. ¿Qué sucede en la realidad? No todos los psicópatas son asesinos en serie, algunos no son criminales. A otros los atrae el suicidio. Un problema general planteado por la literatura especializada es que no hay un acuerdo sobre la naturaleza de esta condición.


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En Volumen 2, Número 6, 2022

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1 El gran público está fascinado con el psicópata, puesto en escena por parte de novelistas y cineastas que explotan la figura del asesino en serie. ¿Qué sucede en la realidad? No todos los psicópatas son asesinos en serie, algunos no son criminales. A otros los atrae el suicidio. Un problema general planteado por la literatura especializada es que no hay un acuerdo sobre la naturaleza de esta condición. Si en ningún país se considera la psicopatía como una enfermedad, es porque este trastorno del comportamiento no responde a ninguna definición ni incluso a una descripción precisa. En Estados Unidos y en Francia lo entienden de manera diferente. Y en los mismos Estados Unidos hay un enfrentamiento de dos escuelas.

2 La psicopatía interpela a los filósofos, pues plantea interrogantes sobre la naturaleza de la moral. Interpela a los magistrados y expertos ante los tribunales, ya que se cuestiona su responsabilidad en el sentido habitual del término. Solo hay acuerdo en unos pocos rasgos: perturbaciones relacionales en la infancia, frecuencia de la toxicomanía, débil o muy débil facultad de empatía, sentimiento de fuerza excesiva, ausencia de compasión por sus víctimas, facultades de manipulación (lo que supone una comprensión del otro), ausencia de remordimiento. Los profesionales de la salud que han valorado a asesinos en serie se sorprenden con su frialdad, el aparente desapego, también el alivio por estar presos. Algunos psicópatas llegan por urgencias al hospital en el marco de un intento de suicidio: ¿pero es posible solamente atenderlos? Las opiniones difieren. En Francia, psiquiatras y psicoanalistas parecen de acuerdo en identificar, en el corazón de su trastorno, un trastorno de la personalidad narcisista y una «escisión del yo».

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4 Nuestra selección

5 Andreas Wilmes, Daniel Zagury, Alexandre Cailleau, Fabien Juan, Anne Sauvaget-Oiry, Jean-Marie Vanelle.

Anthony Perkins, Psycho (1960), Alfred Hitchcock / CC 0
Anthony Perkins, Psycho (1960), Alfred Hitchcock / CC 0

Puntos de vista diferentes, cuando menos

La antigua penitenciaría de Vancouver donde el psiquiatra Robert Hare elaboró su polémica lista / Mike W., CC 2.0
La antigua penitenciaría de Vancouver donde el psiquiatra Robert Hare elaboró su polémica lista / Mike W., CC 2.0

6 ¿Qué es la psicopatía? Dada la diversidad de opiniones, no es fácil y tal vez no sea posible responder a esta pregunta. Ni los psiquiatras, ni los neurocientíficos, ni los filósofos se ponen de acuerdo entre ellos. En la revista PSN, el joven filósofo Andreas Wilmes se propone presentar una síntesis. Muchos puntos en común entre especialistas son de carácter negativo: la psicopatía «no afecta la racionalidad del sujeto o la consciencia de sus acciones», «no implica una forma de criminalidad específica»; «no todos los psicópatas son necesariamente criminales», etc. Los puntos en común de carácter positivo no son muy claros: «La psicopatía es un trastorno de la personalidad caracterizado por trastornos emocionales y conductas antisociales», el psicópata se caracteriza por un déficit de empatía con sus víctimas, es «poco receptivo del carácter disuasivo del castigo» y no siente remordimiento.

7 Entre los psiquiatras, la percepción de la psicopatía difiere según el lado del Atlántico en el que se esté. La psiquiatría francesa evoca tres componentes: la «falla narcisista», la «falta de dominio conductual» y la «falla del control emocional». En contraste, en Estados Unidos el psicópata es completamente capaz de realizar un «cálculo premeditado» y un diagnóstico de psicopatía no será una circunstancia atenuante ante la justicia —es más bien lo contrario—. Pero incluso en Estados Unidos hay dos corrientes distintas, la que encarna el manual DSM-IV, que representa la doxa dominante, y la casi igual de influyente de la checklist del psiquiatra Robert Hare. El DSM-IV clasifica al psicópata entre las «personalidades antisociales» y enumera sus caracteres objetivos. Hare ve en esto un conjunto muy amplio y poco pertinente y prefiere introducir criterios de carácter cualitativo. Su lista incluye veinte ítems separados en dos grupos de factores; el primero describe características interpersonales y afectivas, por ejemplo, «desenvoltura y encanto superficial»; el segundo, el modo de vida y las actitudes antisociales, por ejemplo, «fuerte propensión al tedio, […] relaciones maritales de corta duración». A cada ítem le asigna un puntaje de cero a dos y considera que la «probabilidad de psicopatía» es alta si el total es igual o superior a treinta. Para Hare, el origen de la psicopatía es un «fracaso de los procesos de socialización» que se manifiesta mediante «una experiencia fuertemente atenuada del miedo y la ansiedad». En cualquier caso, «las capacidades de deliberación [del psicópata] permanecen intactas».

8 Otros psiquiatras le objetan que esto privilegia «un método de diagnóstico que reposa esencialmente en los juicios de valor del médico». ¿Cómo objetivar «algunos síntomas como la impulsividad, la falta de empatía o la superficialidad de las emociones»? De hecho, y Hare lo reconoce, ante la solicitud de un tribunal las valoraciones periciales pueden contradecirse o estar sesgadas. Resalta el carácter predictivo del diagnóstico: los detenidos así definidos tienen una tasa de reincidencia muy elevada. Pero desde el punto de vista de la psiquiatría, objetan los críticos, una tasa elevada de reincidencia no da cuenta de la naturaleza de la patología. Además, las investigaciones que buscan definir terapias para la psicopatía no han dado resultados. De ahí la idea de que la noción de psicopatía sería sobre todo, por parte de los terapeutas, un deseo de control social. El psiquiatra australiano Paul E. Mullen incluso presentará la psicopatía como la «herramienta central de la nueva era carcelaria».

9 Las investigaciones en fisiología y neurociencias también conducen a resultados difíciles de interpretar. No, los psicópatas no necesariamente demuestran «una insensibilidad total con respecto al sufrimiento del otro». Los análisis de neuroimágenes no aportan respuestas claras. Podría concluirse que «las exigencias de la precisión científica y de la eficacia terapéutica justificarían la retirada de la psicopatía de las clasificaciones psiquiátricas».

10 Muchos filósofos también han estudiado el tema, ya que la existencia de psicópatas interpela el problema de la naturaleza del sentido moral y la responsabilidad. A diferencia de los psiquiatras, «logran ponerse de acuerdo sobre la irresponsabilidad del criminal psicópata». No obstante, concluye Andreas Wilmes, «por interesantes que sean, los discursos filosóficos adolecen a menudo de una sobreinterpretación de los datos empíricos y no logran elevarse por encima de las querellas metaéticas».

11 A modo de conclusión general, escribe: «En cuanto al psicópata, es claro que la sociedad no podría considerar sus actos transgresores como el signo inmediato de una enfermedad. Por otro lado, la mayoría de los datos empíricos sobre el psicópata no indican disfunciones propiamente dichas, sino diferencias de tipo estadístico: la intensidad de sus emociones es inferior al promedio, sus aptitudes para reconocer ciertas expresiones faciales parecen debilitadas, sus razonamientos morales parecen menos eficaces, etc.».

Andreas Wilmes es investigador asociado al Centre de recherche sur les liens sociaux (CERLIS - Centro de Investigación sobre los Vínculos Sociales). Es redactor en jefe de la revista Philosophical Journal of Conflict and Violence. Con Joan-Antoine Mallet dirigió la publicación de Figures Philosophiques du Conflit [Figuras filosóficas del conflicto], L’Harmattan, 2015.

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Lo que dicen los asesinos en serie

La prisión de Château-Thierry está especializada en presos con trastornos psiquiátricos graves / Pascal3012, CC 4.0
La prisión de Château-Thierry está especializada en presos con trastornos psiquiátricos graves / Pascal3012, CC 4.0

13 Pocos especialistas han tenido el privilegio de hablar con asesinos en serie. Es el caso del psiquiatra y psicoanalista Daniel Zagury. La oportunidad se presentó gracias a los tribunales franceses que requerían su valoración. Se reunió con una decena de ellos y relata su experiencia en la Revue française de psychanalyse. Primero decide describir a dos de ellos, a quienes llama Julien y Jérôme, y luego presenta sus conclusiones e interrogantes.

14 Julien empezó con una mujer que vivía cerca de su madre, a quien, en un principio, pretendía solamente robar. Siguió un hombre que estimaba. El tercer asesinato estaba relacionado con una «impulsividad considerable».

15 Zagury menciona que salió «destruido» de esa entrevista. «Tenía la impresión de haber hablado con el diablo en persona. [...] Lo que me llevó hasta las náuseas […] fue su calma, tranquilidad, frialdad y deleite frente a mi turbación». Después de esta visita, Julien asesinó en la prisión misma. Zagury da cuenta de su turbación y la ayuda intelectual que encontró hablando con dos psicoanalistas, psiquiatras como él, en particular Paul-Claude Racamier, quien introdujo el concepto de perversión narcisista, y Claude Balier, autor de Psychanalyse des comportements violents. Después de esto descubrió los trabajos del psicólogo y psicoanalista René Roussillon, «que me han ayudado a entender los complejos vínculos que unen la zona traumática y los actos criminales». A propósito de Julien, señala la «invasión por parte de una crudeza fantasmática que engendraba la acción», así como «la ausencia de coherencia interna, el carácter caótico de las conductas y la improvisación de estas». Julien había leído un libro de demonología. «Interrogó al cadáver de su primera víctima y a la cabeza decapitada de la segunda». Racionalizaba sus actos diciendo que «se proyectaba un futuro completamente centrado en el horizonte de la venganza» luego de los «períodos infernales» que decía haber vivido. Culpaba a su madre al tiempo que aseguraba que «no quería hacer un juicio a su madre».

16 Jérôme, por su parte, había asesinado a varias mujeres mayores. Quería dar cuenta con precisión «de los impulsos que le habían animado». Zagury lo cita: «El yo consciente que está ante usted no se reprocha nada, aunque sé que fui yo quien lo hizo». Al final del examen, el psiquiatra se sorprendió «charlando con él como podríamos hacerlo en un bar de barrio, evocando las últimas noticias de nuestro deporte favorito». En su vida todo dio un vuelco cuando, tras la muerte del padre, su madre volvió a casarse con un hombre más joven que ella. «La mayoría de los asesinos en serie que he valorado formulan estas racionalizaciones fundamentadas en su recorrido biográfico». Después de cada crimen, Jérôme se sentía «relajado». Había asesinado «sin odio», «sin la impresión de causar daño».

17 Luego de haber valorado a otros asesinos en serie, Zagury concluyó un modelo de «tres polos con ponderación variable: desequilibrio psicopático, perversión narcisista y angustia de aniquilación». Evoca «la omnipotencia del demiurgo. Lo que parece fascinar a muchos asesinos en serie es el dominio que tienen del paso de la vida a la muerte». ¿La finalidad? «Taponar la escisión del Yo».

18 Zagury pasa enseguida al análisis de tres «agresores sexuales». Como en Julien y Jérôme, señala el contraste entre sus «conductas psicopáticas desenfrenadas» y «la calma e incluso la serenidad en prisión, el alivio de haber sido interrumpidos». Pueden «acoger con cortesía a sus interlocutores expertos».

19 Así como el psicoanalista estadounidense Reid Meloy, Zagury cree que los asesinos en serie no «se vuelven psicóticos durante el acto [...] No hay una pérdida completa de la prueba de realidad». Por otro lado, observa que «todos los asesinos en serie con un rasgo dominante psicopático a los que he visto tenían una actividad sexual totalmente banal, sin necesidad de recurrir a escenarios perversos». Concluye lo siguiente: «El análisis clínico hace trizas todas las explicaciones simplistas».

Daniel Zagury es psiquiatra y psicoanalista, experto ante los tribunales. Publicó especialmente L’énigme des tueurs en série [El enigma de los asesinos en serie] (2010) y La barbarie des hommes ordinaires [La barbarie de los hombres ordinarios] (2018).
Daniel Zagury by Alain Julien, CC 2.0
Daniel Zagury/ Alain Julien, CC 2.0

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Los psicópatas también se suicidan

La psicopatía conduce al comportamiento suicida / Manos Bourdakis, CC 3.0
La psicopatía conduce al comportamiento suicida / Manos Bourdakis, CC 3.0

21 Considerado como un individuo peligroso, el psicópata también puede agredirse a sí mismo. En la revista L’information psychiatrique, cuatro psiquiatras parisinos abordan al «psicópata con tendencias suicidas o que ha intentado suicidarse». De esta manera, proporcionan información valiosa sobre la literatura especializada. Tras recordar que «el concepto de psicopatía plantea preguntas», escriben: «Si bien algunos de entre el personal de la salud consideran que el lugar del psicópata no es el hospital sino la prisión, no pueden decir lo mismo del psicópata con tendencias suicidas». En efecto, «las fallas narcisistas del psicópata, su propensión a las conductas adictivas y su funcionamiento, regido por el paso al acto, lo exponen a las conductas suicidas».

22 Para entender la personalidad del psicópata, los autores se refieren a un trabajo publicado en 1977 por el psiquiatra infantil Hubert Flavigny sobre la psicopatía en adolescentes: «Los síntomas esenciales comprenden el paso al acto, la repetitividad de las conductas, la pasividad y la ociosidad, la dependencia de los otros, asociada a exigencias megalomaníacas y la búsqueda de satisfacciones inmediatas. Los síntomas secundarios reúnen la inestabilidad, la falta de interés, la necesidad de evasión, la inestabilidad relacional, las quejas somáticas. Finalmente, el telón de fondo está tejido con una angustia permanente oculta detrás de una presentación de sí mismo agresiva y provocadora, y frustraciones afectivas relacionadas con carencias familiares tempranas». Por su parte, el psicoanalista estadounidense Reid Meloy considera que «la organización psicopática es un subtipo extremo y peligroso del trastorno de la personalidad narcisista». En cuanto al paso al acto, un proceso común a la agresión y al suicidio, así lo presenta el psiquiatra y psicoanalista Étienne Trillat: «la impulsividad, la no premeditación y la torpeza durante la realización, la ausencia de remordimiento consecutivo, el hecho de enmarcarse la reacción dentro de los trastornos del carácter y de la conducta».

23 Los autores señalan, por su parte, que «en los pacientes psicópatas se observa una pobreza de la vida fantasmática, pero una riqueza de la vida instintiva». Citan al psiquiatra y psicoanalista Claude Balier: «La menor frustración desencadena una descarga de ira con actitudes agresivas contra objetos, personas o contra sí mismo». El psicópata recurre a menudo a sustancias psicoactivas, «se inscribe en una estrategia de protección y tranquilidad». El psicópata en abstinencia se conduce hacia «la asunción de un riesgo real, que anula todas las precauciones». Al constatar que «el psicópata es generalmente un hombre», los autores se preguntan enseguida sobre la identificación de factores de riesgo, los medios para evaluar la urgencia y enfrentarla y luego combatir el riesgo de reincidencia. De esta manera, insisten en la asociación con diversos tipos de morbilidad, incluidos «la depresión, los trastornos de ansiedad y la esquizofrenia», a lo que se añade la posibilidad de «episodios psicóticos breves». En urgencias, puede tomarse la decisión de una hospitalización obligada. Pero «para muchos psiquiatras, el psicópata pertenece a la prisión y sobrepasa su campo de acción». De hecho, «las personalidades psicopáticas no son reconocidas como enfermedad mental por ningún país». Al contrario, los autores estiman que una atención hospitalaria es posible a condición de poder «instaurar una relación de confianza». Señalan de paso que «el psicópata, si no es capaz de preocuparse del sufrimiento del otro, tampoco es capaz de ocuparse del suyo». El psicópata solo puede ser tratado de manera eficaz en el marco de un trabajo en equipo, con un personal asistencial prevenido contra el riesgo de manipulación.

Alexandre Cailleau, Fabien Juan, Anne Sauvaget-Oiry, Jean-Marie Vanelle son profesionales de la salud en el hospital Saint-Jacques de Nantes.

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Traducido y revisado por Cadenza Academic Translations
Traductor: Jaime Velásquez, Editor: Víctor Zamorano Blanco, Editores sénior: María Florencia Fernández y Mark Mellor

El gran público está fascinado con el psicópata, puesto en escena por parte de novelistas y cineastas que explotan la figura del asesino en serie. ¿Qué sucede en la realidad? No todos los psicópatas son asesinos en serie, algunos no son criminales. A otros los atrae el suicidio. Un problema general planteado por la literatura especializada es que no hay un acuerdo sobre la naturaleza de esta condición.



Subido a Cairn Mundo el 09/06/2022
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