1 ¿A dónde va el trabajo humano? había sido el título de una obra clásica de George Friedmann publicada en 1950. Setenta años más tarde, esta pregunta vuelve a plantearse con intensidad, principalmente debido a la revolución digital, algo inconcebible en la época en la que escribió el sociólogo francés.
2 La revolución digital tiene profundos efectos. «Transforma el ritmo de trabajo» subraya el economista Pierre-Yves Gomez. El trabajo se individualiza y se autonomiza cada vez más. Esto se traduce en una multiplicación de situaciones híbridas, constata el jurista Jacques Le Goff. Paradoja: la precariedad en aumento que resulta de ello no es vivida necesariamente como algo malo, si esta precariedad se ve al menos compensada por una ganancia en autonomía y sentido.
3 La gran pregunta sobre si la tendencia a la automatización de las tareas tendrá un efecto en la tasa de empleo global divide a los economistas y no está por lo tanto zanjada. En cambio, esta tendencia se ve acompañada de un innegable debilitamiento de las clases medias. Da testimonio de esto el auge de los trabajadores pobres.
4 No solo se trata de revolución digital, como lo ilustra el debate sobre los bullshit jobs lanzado por el antropólogo estadounidense David Graeber. ¿Debemos distinguir entre trabajos necesarios y trabajos superfluos? La respuesta no es evidente, sostienen el economista Étienne de l’Estoile y la socióloga Julie Oudot. Pero el debate al menos presenta el interés de destacar el ascenso del trabajo vinculado a los cuidados. Sin relación con la revolución digital, el envejecimiento de la población implica un crecimiento importante de la demanda de ayuda a domicilio, un trabajo asumido esencialmente por mujeres infrapagadas. El contraste con las remuneraciones astronómicas de algunos futbolistas es sobrecogedor, remuneraciones vinculadas indirectamente a la revolución digital debido al impacto de las redes sociales sobre el valor comercial de los jugadores.
6 Nuestra selección
7 Pierre-Yves Gomez, Jacques Le Goff, Etienne de l’Estoile, Julie Oudot.
8 Y también François-Xavier Devetter, Annie Dussuet, Emmanuelle Puissant; Pierre Rondeau.

La economía digital cambia la situación
9 El impacto de la revolución digital sobre el trabajo es objeto de numerosas especulaciones. Sin embargo, las transformaciones que ya es posible observar permiten realizar análisis concretos. En la revista Entreprendre & innover, el economista Pierre-Yves Gomez propone una síntesis de estas transformaciones y presenta la diversidad de opiniones existentes sobre el futuro que podemos concebir. Contrariamente a la idea recibida, muestra que no asistimos a una «explosión del trabajo autónomo». Si bien se encuentra en ligero aumento, el «trabajo asalariado sigue y seguirá siendo durante mucho tiempo la forma dominante de contratación del trabajo profesional». Pero el trabajo se individualiza y se autonomiza cada vez más a la vez que se vuelve más dependiente de las plataformas digitales que favorecen la uberización y, por lo tanto, la precariedad. «Los países cuya tasa de desempleo es baja tienen también una tasa de trabajadores a tiempo parcial elevada». Además, la posibilidad creciente de trabajar en casa «confunde los espacios de las actividades profesionales y no profesionales», favorece los horarios a la carta y el trabajo los domingos. «Los asalariados se sienten menos partícipes de un proyecto que de un espacio que les permite (o no) su realización personal», y los voluntarios «compiten con las actividades profesionales clásicas». Inversamente, asistimos a una «mercantilización del trabajo que antes era voluntario». «La frontera entre el tiempo doméstico y el tiempo profesional se hace borrosa», lo que implica un retorno a prácticas preindustriales. Según el economista, lo que es verdaderamente nuevo es «la transformación del ritmo de trabajo».
10 Sobre la cuestión de saber si la digitalización, y en particular la inteligencia artificial, aumentará o reducirá el nivel global de empleos en la sociedad constata que «no hay acuerdo entre los economistas»; el futuro es incierto. Probablemente el mayor impacto para la sociedad en su conjunto afectará a la clase media. Un estudio internacional muestra el auge de los «trabajadores pobres»: así, en Francia y en Alemania, la mitad de las familias por debajo del umbral de pobreza tienen un empleo. Existe así una tendencia hacia la pauperización de la clase media, reforzada por el hecho de que «los empleos hipercualificados, concretamente en el ámbito de lo digital, acaparan la mayor parte del crecimiento de los ingresos salariales». En conclusión, lo que está en juego no es únicamente económico y social, es también societal. Asistimos a un verdadero «cambio civilizatorio».
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Del sistema solar a una nebulosa
12 La evolución de los modos de trabajo en Francia se presta a un análisis jurídico propuesto en la revista Projet por el profesor de derecho público e historiador del trabajo Jacques Le Goff. Desde los años treinta y hasta hace poco tiempo, se observa una «homogeneización del estatus del asalariado» marcado por la «generalización del contrato indefinido». A partir de finales de los años setenta, las cosas cambian tal y como se refleja en las leyes de 1979 sobre el contrato indefinido y el contrato temporal. El número de trabajadores temporales se dispara (cerca del 12 por ciento de la población asalariada en 1998). Asistimos a «la creciente confusión de los límites estatutarios» y a «la multiplicación de las situaciones híbridas». Surgen nuevos estatus: los permatemp, asalariados con contrato indefinido «que actúan como “relleno” para múltiples actividades temporales», trabajadores en «porte salarial», que llevan a cabo prestaciones por cuenta de empresas clientes del patrón, los slashers, que acumulan diferentes empleos con diferentes estatus, por no hablar de los conductores de Uber o de los repartidores a domicilio, auténticos «frankensteins jurídicos». Le Goff distingue entre tres categorías: los «inestables» que aceptan contratos temporales de muy corta duración (cerca del 70 por ciento de los contratos temporales en 2015) o, en el ámbito del espectáculo, lo que llamamos «contratos temporales de uso» (extras). Los «falsos estables» son quienes «sufren una descalificación social por una actividad poco cualificada» (entre el 10 y el 15 por ciento de la población asalariada). Los «exestables» se multiplican en el marco de la explosión de la subcontratación, que permite a las empresas «externalizar una buena parte de los riesgos de la gestión»; suelen ser «“ex” de la empresa, “invitados” por el empleador a pasar del estatus de asalariado al de artesano», algo que no es infrecuente «en la construcción [y] el transporte de carretera». Las plataformas digitales favorecen este estatus. Dicho de otro modo, concluye Le Goff, «en una treintena de años, el sistema de empleo se ha transformado pasando de un sistema solar, en el que a un puesto correspondía un estatus, a una nebulosa en la que proliferan fórmulas híbridas que combinan el sistema asalariado, la autonomía y la independencia».
13 La gran paradoja, estima el jurista, es que esta fragmentación de los estatus no se experimenta necesariamente como algo malo ya que corresponde también con una «aspiración creciente a la autonomía». Constatamos en los jóvenes «un rechazo de la autoridad tradicional, basada en el estatus». Da testimonio de ello el aumento de los contratos temporales voluntarios. Desde los años 2000, los estudios muestran que cada vez más jóvenes priorizan la posibilidad de «expresar su parte creativa en un estatus jurídico de compromiso». Esto no debe hacernos caer sin embargo en «una visión demasiado optimista de la realidad, que perdería de vista los procesos de resistencia latentes en la fragmentación del colectivo de trabajo y el peso aún tan grande de las formas dominantes de precariedad negativa».
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¿Cómo concebir los bullshit jobs?
15 El libro de David Graeber, Bullshit Jobs (2018, traducido al español por Iván Barbeitos García como Trabajos de mierda. Una teoría [Barcelona: Ariel, 2018]) ha dado mucho de qué hablar. En la revista Regards croisés sur l’économie, el economista Étienne de l’Estoile y la socióloga Julie Oudot repasan estas polémicas reactivadas por la pandemia debido al paro forzoso de «un sector de trabajadores categorizados como “no esenciales”». Los autores mencionan la acogida «bastante crítica» recibida «en el ámbito académico» del libro de Graeber, esencialmente por «la falta de rigor de una definición que ni siquiera el propio autor aplica sistemáticamente, a la cuestionable equivalencia que establece entre el sentimiento de inutilidad y la inutilidad social objetiva, a una escasa fundamentación en las ciencias del trabajo y también a los límites que supone recurrir a un simple sondeo para cuantificar el fenómeno». El sondeo, que data de 2015, planteaba la siguiente pregunta: «¿Considera que su empleo aporta algo significativo al mundo o considera que no aporta nada?».
16 A diferencia de los «trabajos de mierda de siempre (shit jobs), oficios ingratos que consisten en tareas indiscutiblemente benéficas para la sociedad, como la de basurero», los bullshit jobs cuestionados por Graeber en la introducción de su libro suelen estar bien pagados y «rodeados de reconocimiento y prestigio». Ejemplo de ello son los corredores de bolsa. El 37 por ciento de los empleos pertenecerían según Graeber a esta categoría. Los que los ocupan, sostiene, experimentan un sentimiento de inutilidad y viven mal su situación.
17 Sin embargo, subrayan Étienne de l’Estoile y Julie Oudot, los ejemplos de bullshit jobs «mencionados a lo largo del libro» resultan en una heterogeneidad de empleos, que van «desde el puesto de “liderazgo estratégico” en una importante universidad británica al de lavaplatos en un restaurante». Las remuneraciones elevadas cuestionadas carecen por lo tanto de una «regularidad estadística». Lo que Graeber tiene en mente es más bien «el paso de un sistema basado en la industria a una economía de la información», que ha creado según su parecer un «feudalismo gerencial». Según los autores, este feudalismo gerencial favorece «la proliferación de trabajos dedicados a la extracción de renta (sector de las finanzas), a la explotación de los fallos del sistema (los abogados de los negocios) o al reparto de riquezas». Empleos que, según Graeber, no tendrían «ninguna utilidad social».
18 Para él «la cantidad de trabajo necesario para la supervivencia de la sociedad se ha visto considerablemente reducida con la automatización de la producción». Según él, resumen los autores, «la organización social del trabajo se basa [de ahora en adelante] en un objetivo más disciplinario que económico». Los individuos son sometidos a «una dominación objetiva y abstracta que organiza su existencia». Lo que Graeber llama la «bullshitización de la sociedad» se inscribe en una ideología de origen «teológico […], que ve en el trabajo la fuente de todo valor y conduce a su sacralización como un fin en sí mismo». A su entender lo esencial del trabajo debería ser, siguiendo su expresión, «la producción de humanos»: un trabajo fundamentalmente femenino, no automatizable, centrado en los cuidados. Un trabajo cuya utilidad hace que encuentre «su recompensa en sí mismo», razón por la que «no justifica su remuneración». Es aquí donde reside, según los autores, la principal originalidad de la tesis de Graeber. Esto explica su alegato por la instauración de una renta básica, que «permitiría a cada cual elegir las actividades a las que consagrar su tiempo».
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El trabajo gratuito de las ayudas a domicilio
20 Debido en especial al rápido aumento del número de personas mayores que pierden su autonomía, la ayuda a domicilio es un sector emblemático de las dificultades existentes para reconocer plenamente el valor de este tipo de trabajo. Los socioeconomistas François-Xavier Devetter, Annie Dussuet y Emmanuelle Puissant exploran este tema en la revista Mouvements. Muestran que, a pesar de un consenso bastante extendido desde hace tiempo sobre los objetivos que hay que alcanzar, estos objetivos resultan ser, en realidad, incompatibles, al menos en el contexto francés. Estos tres objetivos son «sacar estas actividades de la esfera doméstica, asegurar un servicio de calidad y limitar los gastos». Sin duda se han realizado progresos significativos, como la creación en 2001 de una prestación personalizada para la autonomía (APA – Allocation Personalisée d’Autonomie), la creación de una titulación estatal en ayuda a las personas mayores (2002) y la posibilidad de que las personas mayores remuneren a alguien cercano, dentro de unos límites, en el marco de la APA (2015). Pero también se han experimentado retrocesos, como el abandono del régimen de autorización acordado a las asociaciones o empresas implicadas, sustituido por un mero acuerdo, la «desaparición de las exigencias en términos de titulación o de formación» y « la disminución de los controles y las ayudas públicas». Y, sobre todo, los estudios de campo muestran que la ayuda a domicilio, que en la mayoría de los casos es asumida por mujeres, no está remunerada de manera acorde al trabajo que desempeñan. Las ayudas públicas (esencialmente las de los departamentos) ajustan la tarifa al máximo, en función de criterios cuantitativos (número de metros cuadrados a limpiar, por ejemplo) que no tienen en cuenta las múltiples tareas anexas realizadas por personas que en la mayor parte de los casos, para «darle sentido a su trabajo», hacen mucho más de lo que les corresponde según su salario: «darse tiempo para compartir», «leer», «acompañar a la iglesia», etc. En otras palabras, al igual que ocurre con las personas que consagran un tiempo sustancial a la ayuda de un pariente, «la calidad del servicio puede ser mantenida precisamente gracias a estos tiempos de trabajo realizados gratuitamente». Esto se traduce finalmente en un «aumento de la explotación invisible del trabajo gratuito realizado por mujeres».

21 Las remuneraciones extravagantes de las estrellas de fútbol
22 ¿Cómo explicar las remuneraciones escandalosas de las que gozan los futbolistas más famosos? El economista Pierre Rondeau desmonta los mecanismos del fenómeno y desvela la parte oculta del iceberg: la gran cantidad de futbolistas profesionales, infrapagados.
23 En la revista Regards croisés sur l’économie, presenta en primer lugar las cifras. Según la clasificación Forbes de 2020, las superestrellas Cristiano Ronaldo, Lionel Messi y Neymar Jr reciben respectivamente 60 millones, 72 millones y 70,5 millones de dólares al año. Es decir, una cifra claramente superior a la de los directivos mejor pagados de las empresas del CAC 40 (empresas francesas que cotizan en bolsa). El 2 por ciento ganan más de 50 000 dólares al mes. Al mismo tiempo, en 2018, el 45 por ciento de los futbolistas profesionales de todo el mundo ganaban menos de 1000 dólares al mes. Y en Francia, un 20 por ciento están en el paro.
24 Asistimos pues a «un modelo de tipo oligopsonio, con un número preciso y limitado de demandas, procedentes de los clubes compradores y un gran número de ofertas, los jugadores». Los clubes, «en posición de fuerza […] se valen, en el sentido de Marx, del “ejército de reserva de los trabajadores”».
25 Debido a su escasez, el talento excepcional se ve remunerado con precios excepcionales. Pero no solo es una cuestión de talento. Aunque los futbolistas más famosos «ganan 3000 veces más de lo que recibe un jugador cualquiera […], no es porque sean 3000 veces mejores que los demás, […] sino porque juegan en otro mercado». Lo que importa es su notoriedad y cómo la cultivan, concretamente en las redes sociales. Las tres estrellas citadas tienen cada una más de 100 millones de seguidores en las redes sociales. Dicho de otro modo, los clubes aprovechan «la captación de visibilidad además de la captación del talento». Esto es lo que favorece «la negociación de contratos publicitarios y de marketing». Estos futbolistas se convierten en «verdaderos paneles publicitarios». Seguido por cientos de millones de personas en todo el mundo, «el fútbol es un deporte mediático, objeto de lo que algunos economistas han denominado el “contagio informacional”». La correlación entre salario y visibilidad mediática es más importante que la que existe entre salario y capacidad deportiva.
Nuestro encuentro con Pierre-Yves Gomez (en francés)
26 Regístrese gratuitamente aquí para participar en la reunión virtual del 17 de marzo o recibir la repetición. El día del evento, recibirá en su buzón de correo el enlace de acceso a la sala virtual.
Traductor: Yago Mellado Lopez, Editores: Solange Gil y Flor Fernández, Editor sénior: Mark Mellor