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Populismo: la palabra y la cosa

El viento del populismo sopla tanto en Francia como en las demás democracias occidentales. De derecha a izquierda, actualmente es un componente central del paisaje político, incluso en las democracias más antiguas y mejor establecidas. ¿Cómo explicar este auge? ¿Designa el término «populismo» una realidad que trasciende la diversidad del fenómeno?


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En Volumen 1, Número 8, 2021

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1 El viento del populismo sopla tanto en Francia como en las demás democracias occidentales. De derecha a izquierda, actualmente es un componente central del paisaje político, incluso en las democracias más antiguas y mejor establecidas. ¿Cómo explicar este auge? ¿Cuáles son las relaciones entre los populismos de derecha y de izquierda? ¿Designa el término «populismo» una realidad que trasciende la diversidad del fenómeno? ¿Cuáles son sus raíces históricas? ¿Existe un núcleo duro del populismo?

2 Dos autores franceses han explorado el tema en profundidad: Guy Hermet y Pierre-André Taguieff. El primero muestra la gran diversidad de los movimientos populistas en la historia, en Europa, en las dos Américas y en los países recientemente descolonizados. El antielitismo y la promesa de soluciones inmediatas le parecen ser los dos de sus rasgos invariables que conviene retener. Taguieff observa que el populismo es ante todo un «estilo retórico», susceptible de combinarse con cualquier otra ideología. Siempre resultante de una crisis de legitimidad política es, por esencia, transitorio.

3 Explorando las especificidades del populismo latinoamericano, el antropólogo mexicano Roger Bartra explica por qué no se trata de un fenómeno ideológico, sino de una forma de «cultura política».

4 Nuestra selección:

5 Guy Hermet, Roger Bartra, Pierre-André Taguieff.

6 Y también: Pascal Perrineau, Ariel Kyrou, Pap Ndiaye, Laurent Gerbier.

7 Carta blanca para Robert Zaretsky.

Un sueño popular

8 En un artículo particularmente esclarecedor, publicado en 2012 por la revista Critique, Guy Hermet se adentra en la historia del fenómeno. Evoca su nacimiento casi simultáneo entre los narodniki rusos de los años cuarenta del siglo XIX, ancestros de nuestros terroristas actuales, y entre los caudillos cristianos latinoamericanos. Muestra el parentesco entre el boulangismo y el populismo de la Europa del norte actual. Invita al lector de 2017 a establecer un vínculo entre el populismo de un Donald Trump y el del People’s Party («Partido del Pueblo») estadounidense de finales del siglo XIX. Muestra por qué América Latina fue a mediados del siglo XX la «patria adoptiva» de un populismo que accedió allí al poder. Populismo de izquierda con Perón, en Argentina, cuya herencia encontraremos, medio siglo más tarde, en la Venezuela de Chávez. Hermet evoca también los «populismos de la descolonización» (Sukarno, Nasser, etc.) y luego el advenimiento reciente del populismo en las «sociedades de la abundancia», aparecido en Francia con el poujadismo a principios de los años 50 y cuya herencia se encuentra en el Front National actual.

9 Como la mayor parte de los analistas, Guy Hermet ve en el antielitismo un rasgo «invariable» del populismo, pero sugiere que su característica más profunda es un rechazo del «tiempo normal de la política», una aspiración a transformar las lentitudes de la democracia representativa para explotar el sueño popular de un todo inmediatamente («realización inmediata de las reivindicaciones de las masas»).

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Nacido en 1934, Guy Hermet ha dirigido durante mucho tiempo el Centre de recherches internationales (CERI) (Centro de investigaciones internacionales) del Institut d'Études Politiques de París (Sciences Po) (Instituto de Estudios Políticos de París) vinculado al Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) (Centro Nacional para la Investigación Científica). Ha publicado Les populismes dans le monde (París: Fayard, 2001).

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El rebrote latinoamericano

12 La creación de regímenes populistas en Venezuela, en México y en Brasil corona un resurgimiento del fenómeno observable desde finales de los años ochenta. En los años setenta el populismo latinoamericano parecía «enterrado o marginal, y el interés por su estudio decayó», escribe el antropólogo Roger Bartra, en un minucioso análisis publicado en Problèmes de l’Amérique latine. A pesar de haber sido redactado en 2008, merece ser leído actualmente precisamente por su carácter premonitorio. Al igual que los otros autores recogidos en este dossier, el antropólogo se interroga sobre el sentido del término «populismo» y las interpretaciones del fenómeno pero, como mexicano, se concentra en las especificidades latinoamericanas. La cuestión ha sido objeto de estudios en profundidad desde los años sesenta, concretamente en Argentina. Estos movimientos nacional-populares «han combinado contenidos ideológicos opuestos, escribía el sociólogo Gino Germani: autoritarismo de izquierda, socialismo de derecha y un montón de fórmulas híbridas, y hasta paradójicas, desde el punto de vista de la dicotomía (o continuidad) “derecha-izquierda”». Veía en esto la marca de un desfase cultural generado por la difícil transición entre regímenes tecnocráticos y oligárquicos de sociedades económicamente subdesarrolladas y las aspiraciones democráticas y liberales estimuladas por la modernización económica. El sociólogo Torcuato S. Di Tella ha insistido, por su parte, en la aparición, en este contexto, de «grupos inconformes», aristócratas empobrecidos o nuevos ricos, que arremeten contra el establishment, buscando un apoyo en las «masas movilizadas y disponibles». Roger Bartra extiende el análisis a todo tipo de grupos sociales, que forman un pot pourri «llamado “pueblo” por los dirigentes populistas» e insiste en «la rapidez y agresividad propias de la modernización […] en América Latina». Pero en lugar de ver en ello un fenómeno transitorio, describe «una situación duradera», que la globalización sigue nutriendo actualmente. Después de un rodeo por la noción de «razón populista», desarrollada por otro argentino, el filósofo político Ernesto Laclau, Roger Bartra vuelve a su idea principal: el populismo no es un fenómeno ideológico, sino «una forma de cultura política» fundada sobre el mito del «pueblo». Esto es lo que explica la gran diversidad de formas de populismo, en América Latina y en otros lugares (también en Estados Unidos). A pesar de todo, dice Bartra, «podemos reconocer la existencia de una especie de árbol genealógico del populismo latinoamericano, que [...] constituye un tronco de cultura política peculiar». A continuación se ocupa de ilustrar la complejidad de este árbol genealógico, hasta sus últimas ramificaciones, concretamente en México.

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Roger Bartra obtuvo un doctorado en Sociología en la Université de Paris - La Sorbonne (Universidad de París - La Sorbona) y es investigador emérito de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Algunos de sus libros han sido traducidos al inglés, concretamente Antropología del cerebro. Conciencia, cultura y libre albedrío (México: Fondo de cultura económica, 2014).

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Carta blanca a Robert Zarestky

«Cuando las estructuras y las instituciones empiezan a resquebrajarse es cuando prosperan los populistas»

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¿Qué piensa de la tentativa de definición de populismo que propone Guy Hermet, negar la necesidad de dar tiempo al tiempo, prometiendo la realización inmediata de un sueño popular?
En un primer momento la definición de Guy Hermet me pareció convincente: rechazar la necesidad democrática de dar tiempo al tiempo —o según la fórmula del emperador Augusto, festina lente o apresurarse despacio— y prometer por el contrario la realización inmediata de un sueño popular. Pero después de un momento de reflexión, me pareció una fórmula inapropiada y una idea a tomar con precaución. En primer lugar, por estar cerca de la tautología: decir que el populismo es la realización de un deseo o de un sueño popular es una propuesta trivial. En segundo lugar, y esto me parece más importante, la forma de milenarismo político que Hermet ve en el populismo me parece también presente en movimientos que no tienen nada que ver con él. Por poner un ejemplo, los lemas empleados por Obama en su primera campaña presidencial, «El cambio en el que podemos creer» y «Sí, podemos» sugerían también que el cambio tendría lugar en ese momento, no más tarde. De ahí la frustración creciente experimentada por tantos de los seguidores de Obama cuando la promesa de un cambio inmediato —por ejemplo, el cierre de Guantánamo o la legalización de los inmigrantes irregulares— se retrasó indefinidamente.

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Hermet dice que los primeros populistas fueron los caudillos latinoamericanos. Pero ¿realmente hace falta esperar a la época moderna para ver aparecer el fenómeno? ¿No eran los demagogos griegos también populistas?
Sí, por supuesto, me parece que en la Grecia antigua, y más concretamente en Atenas, podemos ver una expresión del populismo. El hecho de que esta ciudad del siglo V a. C. fuera mucho más grande que cualquier otra ciudad —su población superaba los 300 000— y que fuera una democracia directa hizo sin duda posible el ascenso del populismo. Pensadores conservadores como Platón y Tucídides temían claramente el poder del demos y también la presencia de demagogos entrenados por los sofistas a hacer fuertes los argumentos más débiles.
Dan testimonio de ello dos ejemplos extraídos de la Historia de la guerra del Peloponeso, de Tucídides: el debate mitileneo entre Diódoto y Cleón y el debate entre Nicias y Alcibíades sobre la decisión de invadir Sicilia. En ambos casos, Tucídides pone en evidencia la facultad de los políticos ambiciosos de galvanizar a las masas prometiéndoles la realización inmediata de sus deseos.
Pero, de manera general, creo que la búsqueda de una primera aparición del populismo en la historia es una empresa sin gran interés. Más que buscar las causas primeras, me parece más provechoso realizar el diagnóstico de la enfermedad, identificando los síntomas.

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La oleada populista en las democracias ricas actuales ¿no está acaso ligada a la complejidad creciente de la res publica, cada vez más difícil de entender, incluso para los ciudadanos que disponen de una formación superior?
Evidentemente. Pero esta situación no es característica exclusiva de nuestra época. Como señala Hermet justamente, el advenimiento de la democracia de masas en Francia a finales del siglo XIX contribuyó a crear las condiciones de aparición del boulangismo. Hermet habría podido añadir el advenimiento de la comunicación de masas. Bien puede ocurrir que, como sostenía Joseph Tainter hace ya treinta años en su libro clásico The Collapse of Complex Societies (Cambridge: Cambridge University Press, 1990), todas las sociedades, sean o no republicanas y democráticas, se hunden inevitablemente bajo el peso de una complejidad tecnológica y económica crecientes. Cuando las estructuras y las instituciones empiezan a resquebrajarse es, según mi parecer, cuando prosperan los populistas. Pero como bien dicen los historiadores, lo único inevitable es lo que ya se ha producido, así que queda por ver si el hundimiento forma en efecto parte del destino de nuestras sociedades del siglo XXI.

Robert Zaretsky es profesor de Historia Moderna en la University of Houston (UH) (Universidad de Houston), Texas. Se especializó en Historia de Francia. Ha publicado concretamente una biografía de Albert Camus, traducida al francés.

Cuestión de estilo

18 Vale la pena volver a releer o descubrir el texto clásico de Pierre-André Taguieff, publicado por Vingtième Siècle, revue d’histoire en 1997. El sociólogo e historiador de las ideas lleva a cabo en este artículo una exploración sistemática de los diferentes significados del término «populismo». Hace referencia entre otros a un estudio pionero de Margaret Canovan (1982), para quien el término «recubre un abanico extraordinariamente amplio de fenómenos diversos» y es «utilizado sin dudar por diferentes autores para remitir a cosas totalmente diferentes». Para Taguieff «la característica formal más específica tal vez de los populismos es su alta compatibilidad con cualquier ideología política». Tal y como ya señalaba Canovan, el populismo es ante todo un «estilo retórico». De izquierda o de derecha, su «condición de emergencia es […] una crisis de la legitimidad política». También se manifiesta como «un fenómeno transitorio»: desempeña un papel de indicador y no está llamado a durar en el tiempo.

Pierre-André Taguieff es director de investigación del CNRS en el Centre de recherches politiques de Sciences Po (CEVIPOF) (Centro de investigaciones políticas del Instituto de Estudios Políticos de París). Algunos de sus libros han sido traducidos al español, como La nueva judeofobia (Madrid: Gedisa, 2003).

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Para leer también en francés en Cairn.info

El retorno de los nacional-populismos y la cuestión migratoria

20 La desigual implantación de los partidos antinmigrantes en Europa no puede explicarse únicamente por las inquietudes ante los cambios económicos, porque las condiciones son más o menos iguales en todas partes, explica el politólogo Pascal Perrineau en la revista Cités. En España, en Irlanda, en Portugal, «el rendimiento de los partidos antinmigrantes es modesto». El éxito que tienen en otras partes de Europa estaría por lo tanto vinculado a razones propiamente ideológicas. En estos países está en juego la percepción de una afrenta a la identidad nacional.

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La uberización es un populismo

22 El mundo político no tiene el monopolio del populismo, sostiene Ariel Kyrou, redactor jefe de Culture mobile. Tanto directivos de empresas de alta tecnología como gurús de las «tecnologías de lo exponencial» nos anuncian un mundo en el que los problemas serán resueltos sin necesidad de hacer el rodeo de la política, constata Kyrou en la revista Multitudes. «Este populismo high tech es paradójico en esencia, porque diluye en la economía, convertida en todopoderosa por las nuevas tecnologías y la tecnociencia, el objeto principal de todo populismo: la política». Para Kyrou «la uberización es de alguna manera el fusil de asalto de la emancipación neopopulista».

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Del macartismo al Tea Party

24 En su libro de 1964 The Paranoid Style in American Politics (Nueva York: Vintage, 2012) el historiador Richard Hofstadter analizaba la derecha radical americana en los tiempos de McCarthy. El historiador Pap Ndiaye explora en la revista Critique los puntos de convergencia así como las diferencias con el Tea Party. Este da un paso más en la radicalización: mientras que McCarthy «adoraba Washington, los pasillos del Senado y trataba de conseguir el apoyo de los hombres fuertes del partido republicano», el Tea Party (del que Trump ha tomado el testigo) presentaba un «rechazo ideológico de toda concesión y aspiraba incluso a revisar “en profundidad” (Newt Gingrich) el funcionamiento del Estado federal».

El populismo paradójico de Gustave Le Bon

25 Gustave Le Bon no es solo el autor de La psychologie des foules («La psicología de las masas»). Publicó varias decenas de libros durante siete decenios. Su objetivo, escribe el filósofo Laurent Gerbier en su obra colectiva La tentation populiste au cœur de l'Europe, era «entender a las multitudes para construir una ciencia política capaz de encauzar su potencia». Le Bon desarrolla un pensamiento complejo, fundado sobre una visión biológica del cuerpo social, según la cual «las instituciones de cada pueblo» son «la expresión de las necesidades de su raza». Atemorizado por constatar «un antagonismo que se acentúa cada día [entre] la multitud [y] las élites», no ve otra salida, escribe Gerbier, que la creación, por parte de las élites, de un «populismo deliberado».

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Algunas referencias

27 Dominique Reynié, Les nouveaux populismes, nueva edición aumentada (París: Fayard/Pluriel, 2013). Por un profesor del Institut d’Études politiques de Paris (Sciences Po) (Instituto de Estudios Políticos de París).

28 Catherine Colliot-Thélène y Florent Guénard, Peuples et populisme (París: PUF, 2014). Por dos profesores de filosofía, de la Université de Rennes-I (UR1) (Universidad de Rennes) y de la Université de Nantes (UN) (Universidad de Nantes) respectivamente.

29 Jean-Pierre Rioux (dir.), Les populismes (París: Perrin, 2006). Con contribuciones de Pierre-André Taguieff, Guy Hermet, Marc Lazar, Michel Winock y otros politólogos e historiadores franceses.

Traducido y revisado por Cadenza Academic Translations
Traductor: Yago Mellado Lopez,Editor: Victor Zamorano Blanco, Editor sénior: Mark Mellor

El viento del populismo sopla tanto en Francia como en las demás democracias occidentales. De derecha a izquierda, actualmente es un componente central del paisaje político, incluso en las democracias más antiguas y mejor establecidas. ¿Cómo explicar este auge? ¿Designa el término «populismo» una realidad que trasciende la diversidad del fenómeno?



Subido a Cairn Mundo el 23/08/2021
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