CAIRN-MUNDO.INFO : Mundo Plural
Dossiers de Cairn

La era de la posverdad

Considerado por el Oxford Dictionary como palabra del año 2016, el término "posverdad" designa el abandono, llevado a cabo por los actores de la política y el cuerpo electoral, de la idea de verdad como referencia útil y válida. Las fake news, noticias deliberadamente falsas, han invadido las redes sociales, predominando sobre las noticias verificadas.


logo curateur

En Volumen 1, Número 7, 2021

image dossier

1 El Brexit y la elección de Donald Trump han puesto en evidencia lo que algunos consideran como el advenimiento de una nueva era en la evolución de las viejas democracias, la de la posverdad. Considerado por el Oxford Dictionary como palabra del año 2016, el término designa el abandono, llevado a cabo por los actores de la política y el cuerpo electoral, de la idea de verdad como referencia útil y válida. Los actores políticos han realizado un recurso sistemático a mentiras «tejidas burdamente», según la expresión del historiador Ran Halévi. Las fake news, noticias deliberadamente falsas, han invadido las redes sociales, predominando sobre las noticias verificadas. También han desempeñado un papel de primer orden en la campaña presidencial francesa, como señala el politólogo Jayson Harsin. ¿Cómo explicar el fenómeno y qué pensar de él?

2 Ran Halévi evoca un conjunto de factores: partidos políticos y expertos desacreditados, desconfianza respecto a los medios de comunicación tradicionales, aumento de poder de los medios de comunicación partidistas, favorecidos por las redes sociales. Según él hay que añadir el ascenso de los comunitarismos, replegados cada uno en su propia verdad.

3 Jayson Harsin, explora más específicamente el fenómeno de las fake news, tanto en Francia como en Estados Unidos, y muestra el interés financiero de las redes sociales y los motores de búsqueda en su propagación.

4 La posverdad no está reservada por supuesto a las viejas democracias y no debe relegar a un segundo rango un problema de fondo: decir la verdad es a menudo asumir riesgos. Pierrette Poncela, profesora emérita en Nanterre, toma México como ejemplo, una democracia, sí, pero a la vez el segundo país en el mundo más peligroso para los periodistas.

5 Para el jesuita Paul Valadier, el régimen de la posverdad representa un peligro real para la democracia, por cuanto mina la confianza en la palabra pública. El jurista Walid Chaiehloudj sugiere que las fake news, al atentar contra la economía de los medios de comunicación de calidad, podrían en un futuro ser objeto de procedimientos judiciales por obstaculizar el derecho a la competencia.

6 Damos carta blanca al politólogo estadounidense Mark Lilla, que se interroga sobre el sentido de un ascenso de la indiferencia ante la verdad. Considera que la posverdad encuentra en su país un terreno especialmente fértil y coincide con Ran Halévi en la importancia del factor comunitarista identitario.

7  

8 Nuestra selección:

9 Ran Halévi, Jayson Harsin, Pierrette Poncela.

10 Y también: Paul Valadier, Walid Chaiehloudj.

11 Carta blanca a Mark Lilla.

Dos patologías diferentes

12

13 La campaña del Brexit y más aún la elección de Donald Trump dan testimonio de un fenómeno nuevo, «un poco confuso, pero tangible, que llamamos “posverdad”», escribe el historiador Ran Halévi en un número de la revista Le Débat ampliamente consagrada a la posverdad. Es el advenimiento de «una democracia en la que la verdad se ha convertido en una cuestión de opinión». Lanzado a principios de los años noventa con un sentido diferente, el término ha causado furor a partir de 2010 y ha sido elegido palabra del año en 2016 por el Oxford Dictionary. En las viejas democracias, la verdad era hasta ahora considerada como un valor esencial, al mismo nivel que la libertad. La mentira era, cierto es, moneda corriente, pero un actor político pillado en flagrante delito de mentir se veía en dificultades. El Brexit y la elección de Trump han cambiado las tornas. La campaña británica estuvo marcada de extremo a extremo por «el recurso sistemático y deliberado a la mentira, incluso tejida burdamente». Mentiras amplificadas por las redes sociales y adornadas con declaraciones de responsables políticos, poniendo en cuestión a los expertos y la noción de «hecho». Donald Trump, por su parte, adquirió su victoria «aplicando al debate público los métodos de la telerrealidad y la violencia impetuosa de las redes sociales». Dos terceras partes de sus declaraciones han resultado ser falsas o parcialmente falsas. De este modo, ha «conseguido desconectar el debate público del principio de realidad», «descartando los hechos y apuntando a las emociones». Trump, escribe Halévi, «reduce la verdad al estado de contingencia […]. Es una compañera ocasional, que uno retiene o abandona en función de las circunstancias». La realidad, añade, se convierte así en «un libro abierto, que se colorea libremente a su antojo».

14 ¿Cómo explicar esta evolución? El historiador evoca varios factores. El fenómeno de la posverdad se inscribe en primer lugar en un contexto de crisis de la mediación política: los partidos tradicionales, en Estados Unidos y en otros lugares, están desacreditados. Ahí se engarzan varios elementos: la hostilidad contra los expertos, que ciertamente se han equivocado a menudo o se contradicen; un «recelo generalizado» respecto a los medios de comunicación tradicionales y, al mismo tiempo, «el recurso masivo a los “medios de comunicación partidistas” […] que inundan las redes digitales», propagando fake news y siendo favorecidos por los algoritmos de Facebook y de Twitter.

15 Ran Halévi añade un argumento original. «El régimen de la posverdad» tiene, según él, «un gemelo desconocido: el igualitarismo multicultural». Según la «retórica multicultural, lo universal es tan solo una ilusión; el individuo recibe su identidad en el seno de comunidades “originales” —étnicas, raciales, de clase, de sexo…— que lo definen y le revelan su verdad […]. Y puesto que cada comunidad —mujeres, negros, homosexuales, etc. (como si estas categorías fueran estancas…)— posee supuestamente verdades propias, [se rodea] de un muro protector. Hay que evitar decir la verdad no solo porque toda verdad es relativa, sino porque corre el riesgo de dañar a aquellos a los que se refiere […]. Cada grupo se encierra en sus propias verdades». Se produce, concluye Halévi, «una inversión radical de la misión elemental de todo saber: en lugar de descubrir la verdad, la lógica políticamente correcta exige por el contrario callarla». Según el historiador, Trump debe una parte de su victoria «a la rotunda denuncia de esta dictadura moral […]. El campeón de la política de la posverdad se ha convertido así en el fiscal jefe de los excesos de la “rectitud política”. Ahora bien, observa Halévi, «son dos modos opuestos, pero convergentes, de proscribir la verdad del espacio público». Y concluye: «El régimen de la posverdad y la “rectitud política” son dos patologías diferentes de las democracias contemporáneas, a la vez beligerantes y cómplices».

Ran Halévi es director de investigación en el CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique – Centro Nacional de la Investigación Científica), adscrito al Centre de recherches politiques Raymond Aron (Centro de investigaciones políticas Raymond Aron). Ha publicado, entre otros, L’expérience du passé: François Furet dans l’atelier de l’histoire (París: Gallimard, 2007).

16

Leer el artículo

Carta blanca a mark lilla

«La gente parece haber perdido el gusto por la verdad»

17

¿Qué es lo que hace del régimen de la posverdad, en el que supuestamente hemos entrado, un fenómeno realmente nuevo?
Todo depende de lo que uno quiere decir con posverdad. Ran Halévi en su excelente artículo explora diferentes maneras de emplear el término y lo distingue de otros fenómenos (como la rectitud política). Todo y con eso, creo que sería conveniente realizar algunas distinciones ulteriores antes de responder a la pregunta.
Empezando por el propio término: ¿qué queremos decir con «verdad»? Los filósofos analíticos consideran que la verdad es una cualidad de una proposición: verdad es todo lo que es el caso. Pero la gente, por lo general, usa la palabra «verdad» cuando realmente quiere decir «realidad». Lo primero es distinguir entre ambos términos: los quarks son reales (o no lo son), la teoría de la relatividad es verdad (o no lo es).
Por lo tanto, ¿qué significa el término «posverdad»? No estoy seguro de que quienes lo emplean siempre sepan lo que significa. Alguien puede afirmar que una proposición ampliamente aceptada sobre la realidad es, en realidad, falsa (Trump conspiró con los rusos), y otra es verdadera (no lo hizo). La cuestión aquí no tiene que ver con la posverdad, se trata de saber si realmente es así o no.
Otro ejemplo: al inicio de la Segunda Guerra del Golfo, uno de los redactores de los discursos de George W. Bush rechazó las críticas contra la guerra por proceder de reality-based communities («comunidades basadas en la realidad»). ¿Fue esto un ejemplo de posverdad? No lo creo. Se refería a la gente que basa su crítica en las realidades del presente, no en las nuevas realidades que la guerra supuestamente crearía.
A mi parecer, lo que realmente está en juego en el debate de la posverdad es la posibilidad y el valor de determinar la verdad. Y estas son cuestiones muy antiguas, en efecto. Ran Halévi menciona a Nietzsche, pero podría haber mencionado igualmente a Tertuliano (credo quia absurdum est) o a los antiguos escépticos y a los cínicos.
Lo que puede ser nuevo, sin embargo, tal y como él sugiere indirectamente, no es la crítica de la verdad sino más bien la indiferencia a la verdad. Una persona que difunde falsedades es políticamente peligrosa pero, de manera indirecta, afirma el valor de la verdad. La mentira es un homenaje que lo falso rinde a la verdad. Pero la indiferencia es aún más peligrosa, porque hace que la búsqueda de la verdad parezca un sinsentido. Además, ¿a quién le importa? ¿Quién necesita la molestia de buscar la evidencia y razonar sobre ella? Es aburrido.
Si vivimos en una era de la posverdad es porque, en algunas materias, la gente parece haber perdido el gusto por la verdad. ¿Qué prefieren a cambio? ¿Poder? ¿Afirmación de sus prejuicios? ¿Que los dejen tranquilos? Es difícil de saber. Pero la realidad es recalcitrante; no obedece a nuestros mandatos. Y por lo tanto, en algún punto, incluso el indiferente necesitará saber algo sobre ella. Igual que los ladrones necesitan un cierto sentido de la justicia para dividir su botín, los que viven en la realidad necesitan primero entenderla.

18

¿Es la sociedad estadounidense un terreno particularmente fértil para la posverdad?
¡Por supuesto! Por la simple razón de que aquí, parafraseando a Tocqueville, el espíritu de la igualdad se ha unido al espíritu de la religión; y ambos tienden a ser recelosos del valor de la verdad. Los pioneros puritanos que se asentaron en América sintieron y vivieron la tensión entre razón y revelación, Atenas y Jerusalén. No leyeron a Santo Tomás ni a Maimónides ni a Al Farabi, eran estudiantes de San Pablo, quien escribió:
Pues Cristo no me envió a bautizar, sino a evangelizar; y no con lenguaje de sabios, para que no quede ineficaz la cruz de Cristo. Pues el lenguaje de la cruz, para los que van camino de perdición es una locura; en cambio, para los que están en camino de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios, pues está escrito: «echaré a perder la sabiduría de los sabios y anularé la inteligencia de los inteligentes. ¿Dónde [está el] sabio? ¿Dónde [el] escriba? ¿Dónde [el] sofista de este mundo? ¿No convirtió Dios en locura la sabiduría de este mundo? Pues, como en la sabiduría [visible] de Dios el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría [humana], Dios determinó salvar por la locura de la predicación a los que creen. Porque, mientras que los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos un Mesías crucificado: escándalo para los judíos, locura para los gentiles.» (1 Cor 1: 17-23). [1]
Los estadounidenses ya no somos tan paulinos como fuimos en otro tiempo. Hemos sustituido la sabiduría del corazón por la sabiduría de Dios, y cuanto más escuchamos a nuestros corazones menos escuchamos a la evidencia o a la razón.
También sentimos instintivamente que la verdad es antidemocrática; y, en efecto, así es. Nadie se pone a votar si 2 + 2 = 5, y esto nos molesta. ¡Queremos que nuestras voces sean escuchadas! La sospecha democrática sobre las demandas de la verdad ayuda a explicar por qué el estructuralismo y el posestructuralismo fueron recibidos con los brazos abiertos en las universidades estadounidenses. ¡La verdad no es otra cosa que la expresión del poder! Lo sabíamos mucho antes que Foucault. Pero como somos un pueblo optimista, sacamos una lección esperanzadora y democrática de esta doctrina pesimista: que cada cual defina lo que es la verdad para sí. Lo que significa que no hay nada que podamos llamar «verdad» (siempre entre comillas), solo opiniones. Y esto es perfecto para nosotros.

19

Diferencialismo identitario y posverdad, ¿el mismo combate?
En parte, sí. Por ejemplo, la izquierda identitaria en los campus estadounidenses ya no discute si las mujeres o los homosexuales o las minorías raciales necesitan ser escuchadas porque nos ilustrarán sobre verdades que preferimos ignorar. Más bien, argumentan que hombres y mujeres, blancos y negros, heteros y homosexuales tienen diferentes epistemologías. Por supuesto, no saben lo que la palabra «epistemología» significa realmente: una teoría sobre qué es el conocimiento y cómo adquirirlo (si es que es posible). Lo que ellos quieren decir con el término es que diferentes grupos tienen perspectivas tan diferentes de la vida que ven los objetos y los acontecimientos fundamentalmente de maneras inconmensurables. Y por lo tanto —esto es lo que están buscando— discusión, debate y revisión de las opiniones de uno son ejercicios sin sentido. El «whatever» («qué más da») nos conduce a la noche en la que todos los gatos son pardos.

Mark Lilla es profesor de humanidades en la Columbia University (Universidad de Columbia), en Nueva York. Politólogo e historiador de las ideas, ha publicado numerosas obras. Han sido traducidas al español Pensadores temerarios (Barcelona: Debate, 2006); El Dios que no nació: Religión, política y el Occidente moderno (Barcelona: Debate, 2010); La mente naufragada (Barcelona: Debate, 2017); y El regreso liberal: más allá de la política de la identidad (Barcelona: Debate, 2018).

Un síntoma preocupante: el éxito de las fake news

20 La propagación de las fake news es un elemento esencial de la era de la posverdad. Profesor investigador en París, el estadounidense Jayson Harsin explora sus pormenores en un número de la revista Pouvoirs consagrada a la «datocracia». La expresión fake news se extendió en Estados Unidos a partir de 1999 para designar a noticias manipuladas en un programa de televisión satírico.

21 Hay que esperar a la campaña de Trump para ver cómo el término pierde definitivamente su sentido de farsa para pasar a designar noticias falsas deliberadamente forjadas para influenciar en la opinión pública. En sí, esto no es una novedad, observa Jayson Harsin. Las fake news son practicadas desde hace tiempo por los medios de comunicación, los dirigentes políticos y los ciudadanos de a pie. El magnate de la prensa Randolph Hearst lanzó noticias falsas para contribuir a desencadenar la guerra hispano-estadounidense de 1898. En 1964 el presidente Johnson inventó un ataque norvietnamita para convencer a los estadounidenses de la necesidad de entrar en guerra. En Francia, en 2004, el presidente Chirac cayó en la trampa de la falsa noticia de una agresión a una joven en el tren de cercanías RER por seis hombres de origen magrebí que supuestamente le habrían dibujado cruces gamadas en el vientre. Es en la política y en el sector comercial donde las noticias falsas resultan más interesantes para quienes las forjan. El estadounidense Edward Bernays elaboró la teoría en los años veinte. Asesor de relaciones públicas para varios presidentes estadounidenses y grandes empresas, declaraba: «el asesor de relaciones públicas no solo conoce el valor de una noticia sino que, conociéndolo, está en condiciones de hacer esa noticia real. Es el creador de los acontecimientos». A su lejano sucesor, Karl Rove, consejero de George W. Bush, se le atribuye la frase de que los periodistas pertenecen inocentemente a una «comunidad basada en la realidad», mientras que los estrategas como él «crean su propia realidad, realidad que luego podrán “estudiar” libremente los periodistas».

22 Lo que es nuevo es la multiplicación de la práctica de las fake news y su amplificación por las redes sociales. Jayson Harsin recoge una serie de ejemplo ilustrativos, tanto en Francia como en Estados Unidos, sin olvidar a los estudiantes macedonios que inundaron las redes sociales estadounidenses con falsas noticias durante la campaña de Trump, para ganar dinero, pero aparentemente por instigación de Rusia. En Francia, Harsin juzga probable que la candidatura de Alain Juppé a la presidencia de la República haya sido frenada por el falso rumor de sus supuestos vínculos con los entornos musulmanes («Ali Juppé»). Durante la campaña francesa, según una empresa especializada, una cuarta parte de los enlaces de las redes sociales remitían a páginas web que difundían fake news. En Estados Unidos, durante la campaña de 2016, los «me gusta» de Facebook eran más numerosos para las veinte fake news con más incidencia que para las veinte noticias verdaderas de más incidencia.

23 Harsin subraya el interés financiero que encuentran no solo las redes sociales, sino también en las cadenas de televisión y las páginas web, para alimentar el ruido de las fake news: aportan audiencia y, por lo tanto, publicidad.

24 Las fake news no son exclusivas de la derecha, pero nacen más frecuentemente y se ven más amplificadas en la derecha que en la izquierda. Su eficacia procede de la polarización creciente de las posiciones políticas, de la ignorancia del público en general y del débil interés suscitado por los verificadores de hechos, que no son dignos de confianza para la mayor parte de la gente.

Jayson Harsin es politólogo, profesor asociado de comunicación global en la American University of Paris (AUP - Universidad Americana de París).

25

Leer el artículo

26 Artículo original en inglés. Versión en español traducida del francés.

27

Guerra de verdades en México

28 El advenimiento de la «posverdad» no debe hacernos olvidar que, en muchas partes del mundo, sacar a la luz noticias que incomodan representa un riesgo, a veces mortal. Profesora emérita de la Universidad de Nanterre, la jurista Pierrette Poncela toma el ejemplo de México. Democracia ciertamente reciente, es «el segundo país más peligroso del mundo para los periodistas», resalta en la revista Archives de politique criminelle. Escribió su artículo poco antes de las elecciones presidenciales de 2018. Once periodistas han sido asesinados en este país desde 2017 (seis, de enero a mayo de 2018). Los asesinatos son cometidos por cárteles de la droga, que el Estado no logra controlar. Los periodistas son a veces torturados antes de ser asesinados. Algunos son secuestrados, otros desaparecen, muchos son objeto de amenazas; algunos de ellos se han refugiados en Estados Unidos. Asistimos a «una guerra de verdades, una guerra total que tiende a aniquilar la libertad de informar y el derecho a la información», escribe Pierrette Poncela. La falta de pericia del Estado federal frente a los cárteles es ilustrada por ejemplos concretos. «En Tamaulipas la prensa regional tiene prohibido hablar de lo que ocurre. Los narcos son los jefes editoriales de la gran mayoría de los medios de comunicación regionales». Investigar sobre el narcotráfico y sus vínculos con «el personal político regional y nacional» es asumir un riesgo mortal. Especialmente peligroso debido a que los cárteles «se infiltran en los periódicos gracias a periodistas involucrados, comprados o amenazados». «Lo mismo pasa en el estado de Sinaloa, donde la prensa regional está bajo el control de las organizaciones criminales y bajo el yugo de un poder político corrupto». Dentro del marco de la Fiscalía General de la República, se creó la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE); pero se limita a aplicar medidas de protección para algunos periodistas. Pierrette Poncela evoca también los medios con los que cuentan los poderes públicos para controlar la información televisada y los periódicos.

29 La jurista concluye subrayando que, incluso en Europa, los debates sobre la posverdad no deberían relegar a un segundo plano el combate de ciertos periodistas por el «decir veraz», a veces también aquí jugándose la vida. Testimonio de ello es el asesinato de varios periodistas a manos de la mafia italiana. En 2017 tuvieron que ser puestos bajo protección policial 196 periodistas italianos. Y en 2017 y 2018 tuvieron lugar dos asesinatos de especial repercusión: uno en Malta, el otro en Eslovaquia. Se trataba de periodistas que estaban investigando asuntos de corrupción y sobre los vínculos entre el mundo de los negocios y el personal político.

Pierrette Poncela es profesora emérita de derecho privado y ciencias criminales en la Université Paris Nanterre (UPX - Universidad de Nanterre).

30

Para leer también en francés en Cairn.info

31

Un peligro para nuestras democracias

32 La cuestión de saber si hemos entrado realmente en la era de la posverdad queda abierta, estima el jesuita Paul Valadier en la revista Études. Pero «incluso si tan solo se trata de un eslogan, ciertamente revela un peligro para nuestras democracias». En efecto, «el rechazo de la verdad» no es una novedad, si pensamos por ejemplo en el uso de la expresión «mantenimiento del orden» para enmascarar la Guerra de Argelia, en las mentiras del presidente Mitterrand sobre su estado de salud o en el mito de las armas de destrucción masivas en Irak. Pero el Brexit y la elección de Trump muestran que ahora «la mentira sale rentable», tanto que «es de temer que estas prácticas se conviertan en la garantía del “éxito” político». Y esto no es más que la «amenaza a corto plazo», porque a más largo plazo, lo que es de temer es «la desvalorización de la palabra pública». Ahora bien, «es difícil concebir cómo podrá sobrevivir la democracia y tal vez más en general una comunidad humana con la mentira instituida o en un mundo virtual dominante».

33 La expresión «virtual dominante» hace referencia a los análisis del sociólogo Jean Baudrillard, que Paul Valadier juzga peligrosos. Baudrillard ha desarrollado la idea de que no conocemos más que simulacros de la realidad. Hay en esto una parte de verdad, juzga el jesuita, pero esta concepción oculta el hecho de que lo real está siempre detrás de la pantalla de los simulacros. Si tomamos esta concepción «desrealizante» al pie de la letra, podríamos considerar que tenemos el derecho de «afirmar lo que queramos, puesto que ningún control o ninguna verificación es posible». No hay que sucumbir a la tentación de ser «víctima consentidora de la “desrealización” del mundo». La democracia «necesita la verdad, o al menos la búsqueda de la verdad». Si no es así, cualquier forma de confianza en las instituciones corre el riesgo de desaparecer. «Entraríamos no solo en la era del nihilismo, sino en la de la ruina de nuestras sociedades».

Fake news y vulneraciones del derecho a la competencia

34 Los grandes operadores de internet tienen un interés objetivo en propagar las fake news. «Económicamente, las fake news son rentables», escribe el jurista Walid Chaiehloudj, de la Aix-Marseille Université (AMU - Universidad de Aix-Marsella), en la Revue internationale de droit économique. «Permiten a ciertas empresas, como Facebook y Google, generar miles de millones de beneficio. Por tomar como ejemplo solo el año 2016, el de las elecciones presidenciales estadounidenses, la empresa de Mark Zuckerberg vio cómo se duplicaban sus ingresos procedentes de la publicidad online». Ahora bien, un estudio muestra que las fake news generan más actividad en Facebook que las noticias verdaderas. Una jurista de Nueva York señaló que, dando cobertura a las fake news, los dos gigantes de Silicon Valley podrían acelerar la desaparición de las páginas de noticias fiables. El jurista francés se interroga si, haciendo esto, estas grandes empresas no podrían estar sujetas a sanciones por atentar contra el derecho a la competencia. Examina la cuestión desde la perspectiva del derecho europeo. La Comisión Europea puede sancionar a una empresa que atente contra la competencia, tanto en el caso de que organice una colusión con una o varias empresas, como si abusa de su posición dominante. Podríamos concebir que Facebook, por ejemplo, «indica a las empresas especializadas en la fabricación de fake news las palabras clave que permitirían a sus fake news aparecer en el muro de los usuarios». O que Google, por ejemplo, obtiene beneficios suplementarios al dirigir a los internautas hacia un vínculo de YouTube «en el que el visionado de una publicidad es necesario para acceder al vídeo que contiene la noticia falsa». Tanto Facebook como Google, al privilegiar las fake news, podrían «atentar contra la competencia en el mercado de las páginas de noticias». Walid Chaiehjoudj tiene el cuidado de subrayar que no es más que una hipótesis; pero considera perfectamente posible que «en los próximos años, las fake news puedan convertirse en un problema de competencia».

Traducido y revisado por Cadenza Academic Translations
Traductor: Yago Mellado Lopez,Editor: Victor Zamorano Blanco, Editor sénior: Mark Mellor

Notes

  • [1]
    N. del T. Versión de Francisco Cantera Burgos y Manuel Iglesias González, Sagrada Biblia (Madrid: BAC, 2003).

Considerado por el Oxford Dictionary como palabra del año 2016, el término "posverdad" designa el abandono, llevado a cabo por los actores de la política y el cuerpo electoral, de la idea de verdad como referencia útil y válida. Las fake news, noticias deliberadamente falsas, han invadido las redes sociales, predominando sobre las noticias verificadas.



Subido a Cairn Mundo el 23/08/2021
Citar artículo
Distribution électronique Cairn.info pour Cairn.info © Cairn.info. Tous droits réservés pour tous pays. Il est interdit, sauf accord préalable et écrit de l’éditeur, de reproduire (notamment par photocopie) partiellement ou totalement le présent article, de le stocker dans une banque de données ou de le communiquer au public sous quelque forme et de quelque manière que ce soit.
keyboard_arrow_up
Chargement
Cargando... por favor, espere...